Destilan optimismo y seguridad en la victoria. De hecho, los teloneros ayer (el presidente insular del PP, Manuel Domínguez, el candidato al Congreso por la Provincia tinerfeña, Pablo Matos, y el aún ministro de Industria, José Manuel Soria) recalcaron que todas las encuestas los ponen primeros. Sin embargo, el espacio La Cascada, junto al parque marítimo, evidenció que el partido gobernante en España no las tiene todas consigo ni entusiasma como en otros tiempos. Quizás esto va en sintonía con la personalidad de Rajoy, pero contrasta con 2011, cuando todo venía cuesta abajo, con 2008, cuando tenían esperanzas en superar al PSOE y en 2004, antes, por supuesto del 11M y su gestión.

Rajoy volvió ayer a Tenerife en campaña electoral y ni siquiera superó la afluencia de público que tuvo la semana pasada el candidato de Ciudadanos, Albert Rivera. Las 400 personas que llenaron el espacio habilitado junto al Palmetum (otra cosa es que no se hubiese colocado la lona para separar a la prensa y liberar casi la mitad de la sala) y el centenar que tuvo que escuchar el acto mañanero tras los enormes cristales, en su mayoría personas de avanzada edad (en coherencia con que sea el único tramo en el que el PP gana) fueron menos que las casi 700 que reunió el líder de C''s muy cerca, en el Auditorio. No obstante, la comparación aún es peor, por ejemplo, con 2008, cuando el propio Rajoy llevó a unas 3.000 personas al pabellón municipal de deportes de Santa Cruz también en horario matutino, y con manta esperancera a su espalda incluida.

Eso sí, y tras su anuncio en TV, regó su intervención con una cascada de propuestas fiscales para mayores, empleados con su primer contrato y autónomos, lo que, junto a la seguridad de victoria, amplificó un optimismo que, pese a todo, parece como mustio, como impotente, tímido... Quizás simplemente prudente ante las elecciones más abiertas de la historia.

Con puntualidad londinense, la barba de Rajoy se divisó desde la puerta de entrada al recinto sobre las 12:25 rodeado de conservadores igual de altos (Soria, Matos, Domínguez...) y numerosos guardaespaldas. Los afiliados, cargos públicos y simpatizantes esperaban dentro y fuera con globos azules. Como ya es habitual, se multiplicaron las fotos y posados para móviles y, justo antes de entrar, los de fuera se lanzaron con el "presidente, presidente", mientras la famosa sintonía del partido reforzaba el momento en su versión rock suave, light, como dormido, quizás para seguir en coherencia.

Ya dentro, y tras las intervenciones de Domínguez, Matos y Soria, el presidente fue introducido improvisadamente por un espontáneo al grito de "Mariano ra, ra, ra". "Este señor está a favor", comentó Rajoy con su pseudo humor gallego (o de donde quiera usted). "Vamos allá", añadió. Y fue. Fue directo a sus propuestas para "perserverar en la política económica y generar 2 millones de empleos hasta 2020". Entre otras cosas, aseguró que rebajará el IRPF en su tramo más bajo del 19 al 17% y, en el más alto, del 45 al 43. Además, prometió ampliar el cheque para familias numerosas, con discapacitados y monoparentales, así como los gastos por adopción internacional de niños.

En su oferta, destaca también que los que contraten a un trabajador indefinidamente durante los próximos 4 años no pagarán seguridad social por los primeros 500 euros de sueldo y ese empleado tampoco la parte de cotización que le corresponde, medida que beneficiará también a quien convierta a sus contratados temporales en indefinidos. Asimismo, los que encuentren su primer empleo no pagarán IRPF el primer año ni, como se extendió durante todo el día tras su anuncio televisivo a primera hora, los que prolonguen su vida laboral más allá de su jubilación pagarán ese impuesto en ciertos tramos.

Tampoco olvidó a los autónomos, a los que el PP promete ampliar la tarifa plana de 50 euros de 6 a 12 meses, mientras que los parados de larga duración que emprendan un negocio no pagarán a Hacienda durante los dos primeros ejercicios. En un verdadero festival, también dejó como opcional para los autónomos que su pensión se calcule en función de toda su vida laboral o según sus últimos 18 años de cotización para maximizarla.

A las empresas morosas y a las que cumplen con sus proveedores les anunció que la licitación pública tendrá en cuenta desde ahora estar al corriente con esos pagos y que, por tanto, aumentará la transparencia empresarial.

En definitiva, una cascada de propuestas que se alejó del entusiasmo de otras campañas, aunque, por supuesto, desató muchos aplausos. Según recalcó, y en línea con sus predecesores, estas medidas buscan una economía ágil, con facilidades y que pueda competir aquí y fuera para crear empleo y mejorar los servicios sociales y pensiones. Su discurso lo cerró asegurando que Canarias tiene hasta 2020 el mejor REF con que ha contado y garantizando que compensará la insularidad y lejanía de las Islas, las infraestructuras (se le gritó por el muelle portuense), las ayudas al transporte, el Posei y un turismo aún más boyante.

Aunque sin gran entusiasmo, el baño de optimismo ante el triunfo, por mucho que sea en minoría, y los ganchos fiscales refrescaron un día de sol picón y una sala llena que contrastó con el vaso vacío anexo del parque marítimo.