Coalición Canaria se puede pegar un estampido importante en estas elecciones. Hace ya mucho tiempo que los nacionalistas se han convertido en un partido en el gobierno, que no es lo mismo que un partido de gobierno. La existencia de CC como partido es una especie de certidumbre jurídica -existe porque está inscrita en el registro- pero se carece de cualquier prueba tangible: no polemiza, no se pronuncia sobre los asuntos públicos, no tiene vida apreciable... Sus cargos orgánicos están ocupados en gobernar.

Las Elecciones Generales siempre han sido adversas para los nacionalistas. Compiten en las peores condiciones en una campaña presidencialista. No están en los grandes medios nacionales, que les ignoran, y su mensaje lucha contra las poderosas corrientes de las grandes fuerzas políticas del Estado. Pero hubo un tiempo en que lograron situar en Madrid una importante representación en el Congreso y el Senado.

Los resultados de las últimas generales fueron malos para CC. Pero los de estas pueden ser peores. La gente de Nueva Canarias, que se olió la tostada, corrió a colocarse bajo el paraguas del PSOE en una alianza electoral que les ayuda a capear el temporal de las nuevas fuerzas políticas emergentes. Los nacionalistas de CC se han mantenido a la intemperie y el aguacero de Ciudadanos y Podemos, junto a la deriva del voto hacia fuerzas de implantación estatal, les va a hacer un descosido.

Fernando Clavijo emergió desde la juventud nacionalista clamando por un cambio que parecía urgente en un nacionalismo acomodado en el cogobierno vegetativo de Canarias. La matemática parlamentaria transformó a CC en una bisagra que gobernaba siempre con independencia de quién ganase las elecciones. Pero de éxito también se muere, aunque sea de una forma más lenta y placentera. Embarrancados en el Gobierno, como Odiseo en la isla de..., se sumieron en una modorra política suicida.

De aquí en adelante, dijo Clavijo, había que cambiar muchas cosas. Para empezar al presidente del Gobierno. Y el discurso del propio nacionalismo canario, cautivo de un enfrentamiento costoso con Madrid. Todo eso se ha transformado, tal y como había anunciado el joven equipo de Fernando Clavijo. Pero el partido sigue desaparecido en combate.

Decía un viejo profesor de economía europea que en Canarias teníamos tan buenas condiciones naturales -clima, sol, mar- que en realidad hacíamos agricultura turística: plantábamos los hoteles y se nos llenaban de visitantes sin hacer nada. Luego empezó la competencia y los empresarios se tuvieron que poner las pilas. En política a CC le ha pasado lo mismo. Tenía un producto tan eficiente que ni siquiera se molestó nunca en venderlo. Pero los tiempos cambian y si no cambias con ellos te quedas obsoleto. Ya no puedes esperar a que lleguen las elecciones, cada cuatro años, para salir de las catacumbas y meterle al personal el rollo de siempre con las campañas de siempre. Clavijo, además de gobernar, tendrá que resucitar el nacionalismo canario y crear un partido donde ahora mismo no hay ni un teleclub.