Acompaña cada una de sus frases con un movimiento de manos que delata su profesión; un maestro de gran prestigio internacional que hoy, a las 20:30 horas, se pondrá al frente de la Orquesta Sinfónica de Tenerife en la Sala Sinfónica del Auditorio de Tenerife para ejecutar la versión en concierto de la ópera "María Estuardo", de Gaetano Donizetti. Especialista en la obra del compositor nacido en Bérgamo, el también italiano Evelino Pidò afronta su segunda experiencia con la OST tras el desarrollo musical que realizó en "Roberto Devereux". "Esto es algo más que un edificio bonito; aquí existe una profunda preocupación por crear unos contenidos culturales de alta calidad y variado", destaca un director de orquesta que en esta oportunidad contará con un elenco musical formado por Yolanda Auyanet (María Estuardo); Laura Polverelli (Elisabetta I); Celso Albelo (Roberto Leicester); Judith Pezoa (Anna Kennedy); Davide Bertolucci (Guglielmo Cecil); Alessandro Spina (Giorgio Talbot) y los componentes del Coro de la Ópera de Tenerife bajo la dirección de Carmen Cruz. "El recitativo es la esencia del bel canto", avanza Pidò.

¿En este formato la música lo domina todo; aquí no hay una posible "rivalidad" con el director de escena?

Esta es una de esas óperas que se pueden adaptar perfectamente al formato concierto porque es muy estática. Yo he tenido la suerte de realizar muchísimas versiones escenificadas de la trilogía de Donizzetti, pero incluso ahí se percibe esa quietud. Musicalmente una de las grandes potencialidades de este título es el trabajo que se realiza con la psicología de los personajes. El recitativo es la esencia del bel canto. Para mí eso es lo importante; también lo más difícil, Incluso en la trilogía italiana de Mozart, el recitativo es fundamental y exige muchas horas de ensayos.

¿Qué importancia le concede usted a los recitativos?

Un cantante domina y conoce perfectamente las arias, pero cuando yo hago una audición no pido que eso sino los recitativos, que es lo más complicado... Para mí tienen una importancia vital porque es lo que introduce a los espectadores en el desarrollo de una ópera. En la música hay que darle un valor decisivo a las pausas, los silencios, los puntos suspensivos, a una coma... Todo eso son notas musicales que acaban dando forma a la obra de arte. Una de las claves es trabajar juntos las cosas para llegar a entender la pieza que vamos a interpretar.

"María Estuardo" es "bel canto" en estado puro, ¿no?

Es una obra muy difícil; una de las más exigentes del "bel canto". En la trilogía Tudor esas complicaciones aumentan por lo que comentábamos con anterioridad de los recitativos, pero también las arias y las tesituras vocales son bastante exigentes. Es realmente difícil encontrar a los cantantes adecuados para levantar esta ópera. En este caso hemos dado con un "cast" que tiene un alta calidad belcantista.

¿Trabajar con unas voces de esa calidad es una ventaja?

Con Celso hice "Rigoletto" recientemente en Viena y a Yolanda la conozco porque coincidí con ella hace un año y medio en "Roberto Devereux". Para mí fue un gran descubrimiento. Son grandes artistas, son canarios y encima se adaptan a un repertorio que es muy difícil. La combinación de las voces de Albelo y Auyanet generan una atmósfera fantástica.

¿Cómo valora su segunda experiencia al frente de la OST?

La Orquesta Sinfónica de Tenerife tiene una gran potencialidad que hay seguir trabajando. Es una buena orquesta que necesita un mayor recorrido para descubrir toda su calidad. Aquí me he encontrado una gran reciprocidad entre sus miembros y el trabajo que quiero desarrollar. Lo que yo le pido a la OST sus miembros me lo dan, pero yo normalmente exijo mucho. Una de las cosas que más valoro es la búsqueda del sonido y el estilo de la orquesta que voy a dirigir. En este caso necesito que ellos me proporcionen un sonido de cámara. Las exigencias son altas, pero aquí siempre encuentro una gran colaboración. Una vez encuentras la llave que es capaz de crear ese sonido es el momento de disfrutar. ¡Eso es como encontrar una joya!

¿Un maestro de su nivel no puede hacer distinciones a la hora de acometer un repertorio, pero en su corazón hay algún autor, estilo o incluso escuela que le provoca una debilidad especial?

Yo soy italiano y es evidente que hay una predisposición a la ópera que muestra las raíces de mi país: Italia es la cuna del melodrama. Estoy orgulloso de ser italiano; la ópera lírica forma parte de mi ADN musical. Yo tuve la fortuna de entrar muy joven en la Scala de Milán -domina dos instrumentos- y coincidí con el maestro Claudio Abbado. Él fue quien me mandó a estudiar a Viena. Allí tuve que aprender la técnica y todo el repertorio alemán-austriaco. Yo puedo dirigir todo, incluso Wagner porque a Wagner lo dirigen todos, pero el repertorio italiano es amplísimo y bellísimo. Yo amo a Wagner, pero el peso de mis orígenes es grande. Hay dos orquestas en el mundo que son de primerísima división: la Filarmónica de Viena y la Filarmónica de Berlín. En Viena me adoran hasta el punto de darme todo lo que les pido. Allí tengo la confianza para mostrar un repertorio en italiano porque entienden que es una manera más para generar un encuentro entre dos culturas musicales muy distintas. Ese intercambio es atractivo e imprescindible para seguir creciendo. En mis partituras está lo que yo he estudiado y lo que he escrito para cada proyecto. Eso al final se debe convertir en una realidad musical.

¿Dónde está el secreto para crear una atmósfera perfecta en una audición?

Eso es algo que primero está en mi interior, luego pasa al papel y al final lo reciben los músicos de la orquesta. Si consigo transmitir mi idea y ellos la devuelven tal y como yo deseo, el resto del trabajo consiste en hacer llegar ese sonido al público. Eso no es una tarea sencilla, pero cuando se une los conceptos de todas las partes en una sola cosa el resultado suele ser positivo. En el arte las cosas difíciles deben tener una apariencia de sencillez. Eso no se consigue siempre, pero cuando aparece todo tiene otra dimensión.

¿Cuáles son las sensaciones que percibe cuando trabaja en Tenerife?

Yo podría venir, como hacen muchos artistas, en busca de un clima agradable y un descanso, pero a mí me interesa la parte profesional. Siempre es agradable trabajar en un sitio en el que te sientes querido y en el que existe una predisposición a buscar proyectos que a mí me puedan interesar. Yo en Tenerife me siento a gusto con lo que encuentro en la Isla, con el personal del Auditorio que trabaja mano a mano, con los miembros de la OST, con el coro, que en este caso tiene un valor determinante... Con todos estos ingredientes el Auditorio de Tenerife no solo está capacitado para ser un gran referente cultural de Canarias, sino un punto de interés internacional.

¿Le sorprende la apuesta que realiza Auditorio de Tenerife por el género operístico?

No... Tenerife no es un lugar grande y está alejado del centro operístico, pero cuida este género con dedicación, ilusión y trabajo. El Auditorio de Tenerife es algo más que un edificio bonito; aquí existe una profunda preocupación por crear unos contenidos culturales de alta calidad y variado. En este lugar percibes que existe un proyecto artístico-literario de gran calado.