Hay días en los que uno no está para casi nada, y mucho menos, algo imposible, para soportar un debate cara a cara del bipartidismo de los casi últimos 40 años: de la derecha y la izquierda (y en este caso me permito dudar) tradicionales de esta España algo perdida y siempre vulgar, de un país que el presidente en funciones del Gobierno apellida con el masivo Ruiz y que la oposición castiga con un impropio indecente (y vuelvo a no tenerlo claro).

En los prolegómenos del quizá más espectáculo que debate de anteayer, "decisivo", "muy decisivo", repetía una y otra vez el soso y sombrío moderador Manuel Campo Vidal (siempre muy ido y huido), tuve la gran suerte de encontrarme en casa con un pasillo amplio de parqué oscuro que sirvió de espléndido canal de transmisión de las voces que partían del cuarto de la infancia hacia el salón de la vejez doctrinal (o sea, del plasma), y debo decir que, gracias a ese habitual regalo, cuya vida alargó la corriente fría aunque liviana que empujaba con calma las palabras desde donde está más presente el barranco hacia el corazón de la vivienda (tan vieja como nuestra democracia finisecular), aquello, la experiencia del plasma, fue otra cosa: la insulsa nada.

Y es que Carlota, que soplaba y soplaba dudas surgidas de una lectura que quería entender, coleccionaba a toda prisa su ristra de interrogantes, los lanzaba a aquel flujo continuo de aire, donde cabalgaban silenciosos, y casi en un santiamén eran recogidos en un recipiente con forma de sonrisa enorme. A la misma vez, dos políticos, los del plasma, se decían lo que querían oírse y además lo argumentaban con la subjetividad de los datos bien rebuscados.

-Papá, papá, ¿qué quiere decir nostalgia?

-Nostalgia... Carlota, nostalgia quiere decir que echas algo de menos, que hubo algo que te gustó y ahora no lo tienes pero lo recuerdas con emoción, con gratitud.

-Papá, papá, ¿y venido a menos?

-Venido a menos se utiliza para decir que antes, por ejemplo, eras una muy buena jugadora de baloncesto, porque metías muchas canastas; o sea, eras decisiva en tu equipo. Por eso, jugabas muchos minutos, pero ahora ocurre, por las razones que sean, que ya no tienes ese nivel y entonces se dice que te has venido a menos.

-Pero papá, ¿y decisivo?

-"Claro, tenía que salir. Decisivo..." -pensé sin tener que aventarlo-. Decisivo, Carlota, es justo lo contrario de lo que ahora echan en la tele. Perdona, Carlota, decisivo es aquello que se hace bien y sirve para conseguir un objetivo, por ejemplo, para ganar las elecciones. Es decisiva una canasta en el último segundo que da la victoria a tu equipo, o al contrario. Ahora lo he explicado mejor. ¿Lo entiendes?

-Sí, papá. ¿Y vocación?

-¡Ay la vocación! La vocación es aquello que tiene y retiene una persona y le da más facilidades para realizar determinadas tareas o funciones, a ser posible buenas. Por ejemplo, tú tienes la vocación de aprender porque lees mucho y siempre quieres saber qué significan todas las palabras que te saludan. Esta es una vocación inmejorable.

De repente, tras ese ir y venir de mensajes golosos y sin saber muy bien por qué, se implanta el silencio, la brisa deja de circular por el canal perfecto que dibujan las paredes y solo suenan los engreimientos que parten del plasma.

Me levanto con ganas de navegar, ahora en sentido contrario; renuncio al viejo cara a cara de la nada y regreso a la estancia de donde partían todas las palabras que querían ser descubiertas. Recojo el libro caído junto al dulce cuerpo ya dormido, lo llevo a su lecho de descanso y me voy tranquilo porque el sueño ha aterrizado de forma natural.

De vuelta al sofá, pienso que todo fallece por un lado; también que todo nace por el otro, y esto gracias al apetito por las palabras, por el conocimiento.

"Hay cantera, pues hay futuro", me lo digo cientos de veces, en mi glotona duermevela.

@gromandelgadog