El Bodegón Tamanca fue hasta 1981 una bodega. "Solo" eso: una gran bodega fundada en 1962. Negramoll, Almuneco, Castellana, Tintilla, Baboso y Batardo cultivados fundamentalmente en suelos de origen volcánico y de forma tradicional. Eso era. Un día, gran día aquel, su propietario pensó: "Por qué no unir la viticultura con la gastronomía". Y lo hizo. Sin olvidar su esencia, sin dejar atrás sus cosechas, dio un paso al frente para innovar y crear un restaurante tan singular como atractivo, incrustado dentro de una cueva con suelo de picón y sabor a barricas.

Los empresarios agrupados en Cepyme La Palma quisieron ayer reconocer la labor de un hombre ingenioso. Premiar el atrevimiento de Federico Simón Cruz. El presidente de la patronal, Tomás Barreto, no dudó en advertir de que "ha sabido dar relevancia al producto vinícola de La Palma, ofertando más que vinos una experiencia, y ensalzando los valores empresariales de la Isla. Un ejemplo a seguir". Sí, un referente del pasado, pero sobre todo un espejo para los nuevos emprendedores.

Tomás Barreto fue un poco más allá para certificar que el homenajeado fue "un visionario, emprendedor y valiente. Supo innovar". Simón Cruz se sintió tal vez abrumado: "No tengo palabras para agradecer lo que está ocurriendo, posiblemente no lo merezca". En eso se equivoca. Lo hizo quizás sin querer, con los miedos de todo principio, pero su bodegón es una referencia de la carne y la cocina canaria de toda la vida. "Cuenten conmigo mientras pueda y a seguir luchando", subrayó Federico, nacido en el año 1933 en Las Manchas de Abajo, en el municipio de El Paso, y quien, como tantos otros con su época, emigró a Venezuela en busca de un futuro diferente.

El presidente del Cabildo de La Palma, Anselmo Pestana, y el consejero de Promoción Económica, Jordi Pérez, también presentes en el acto, destacaron la figura del homenajeado.