La Universidad de La Laguna (ULL) abrió sus puertas el pasado miércoles al creador de un modelo económico que aspira a sustituir el actual. El austriaco Christian Felber, que ha presentado este año una revisión ampliada y revisada de "La economía del bien común", expuso su propuesta -que busca sustituir el interés de la colectividad por el afán ilimitado de beneficios- y luego conversó con uno de los empresarios tinerfeños que ha adoptado su modelo. Esta entrevista se desarrolló minutos después de finalizada la charla.

Su propuesta ha alcanzado un éxito de difusión importante. ¿Cómo está resultando su aplicación práctica?

El corazón del modelo es la aplicación práctica. Por eso trabajamos con empresas, municipios y universidades. Unas 350 empresas han realizado el balance del bien común y han sido auditadas. Tenemos ya los primeros municipios del bien común. Algunos están en España. Tenemos casi cien universidades que están trabajando en cuatro líneas. En investigación, con más de medio millón de euros de financiación. También en enseñanza. En Valencia se va a establecer una cátedra de Economía del Bien Común. En la línea de la aplicación hay tres escuelas superiores que han hecho el balance, y ahora la Universidad de Barcelona. La última línea es la difusión pública. Estamos fundando un banco y diseñando una bolsa regional del bien común sin rédito financiero, para que la gente que invierta en las empresas las conozca y tenga un interés en ellas a raíz de una relación real. Trabajamos con consumidores, que piden a las empresas que hagan el balance y el etiquetaje ético. También consultamos a gobiernos. El modelo es teoría pero el movimiento está en la práctica.

¿En qué plazo se podría aplicar en un ámbito más amplio que un municipio, como una región?

Ese proceso empieza con la decisión de los responsables de la región. Los primeros resultados se verán después de un año; los primeros resultados notables, después de tres o cinco años. Pero el arraigo del modelo se consigue en diez, veinte o incluso treinta años.

¿Está en contacto con los grupos o empresas que desarrollan la economía del bien común en Canarias?

Uno de ellos acaba de salir (se refiere a Arturo Moira, responsable de la empresa Oceanográfica). Hay un grupo de ocho empresas pioneras que ahora mismo están realizando el balance. Ahí me cuesta más estar en contacto, porque son demasiadas, por suerte.

¿Hay sectores económicos en los que la economía del bien común sea más aplicable? Lo pregunto por Canarias y el peso que tiene el turismo en la región.

Dos de las primeras empresas adscritas a la economía del bien común en Canarias trabajan en educación ambiental, que es una forma sostenible de turismo: enseñar las riquezas del mar y de la naturaleza, tanto para los autóctonos como para los turistas. Hay un potencial comparativamente mayor en el sector turístico, pero eso no se debe a la economía del bien común, sino a las características de Canarias.

Ha sugerido que Canarias puede ser región del bien común. ¿Qué ventajas supondría?

Para empezar, un turismo más sostenible, más cercano a la naturaleza, con una regulación de sus impactos. Acabo de recibir el Premio Verde junto al Cabildo de El Hierro, y creo que la economía del bien común puede traer autosuficiencia energética para el Archipiélago. Es un claro "no" a la explotación de combustibles fósiles. El tejido empresarial canario está formado en un 99% por pymes, pero a través del sector turístico y energético y de la gran banca están entrando las transnacionales con sus productos dañinos. La economía del bien común reduciría su peso en beneficio de la movilidad, la energía y el turismo sostenibles y de una economía a la escala del ser humano, con relaciones cercanas y de respeto, transparentes. No es tan difícil. Ahora lo estamos haciendo tan mal en cuestiones fundamentales que solo haciéndolo un poco menos mal se va a sentir notablemente.

¿Por qué la ciencia económica no acaba de apoyar su modelo?

Es la ortodoxia la que no lo apoya. En este acto han estado el rector, vicerrectores, profesores y alumnos. Percibo un interés significativo por escuchar una nueva narrativa y por cambiar sus propias premisas y su propio paradigma. Pero esta no es la institución donde nace la ortodoxia global. Ambas imágenes son ciertas: sigue continuando la ortodoxia económica a nivel mundial que apoya el modelo actual, pero aquí hay un interés y una curiosidad muy notables de que este paradigma está en duda. Siento la incipiente colaboración con las universidades y las facultades de Economía para empezar a ver las cosas de forma distinta y actuar.

¿Se está gestando entonces una heterodoxia dentro de la ortodoxia económica?

Por supuesto. Si la ortodoxia fuera hermética yo no estaría aquí.

¿Ve reflejados los principios de la economía del bien común en algún partido político?

No opinamos sobre políticos. Ofrecemos nuestros contenidos a todos los partidos, excepto los sexistas, racistas, que quieren eliminar la democracia o que no respetan los derechos humanos. Hemos ido al Parlamento Europeo invitados por cuatro partidos políticos.