En Canarias, el mapa resultante de las elecciones es también complejo y permite una lectura en clave local. Para empezar, es evidente el hundimiento del PP, aunque continúa siendo la fuerza política más votada y suma una tercera parte de los diputados. En la pasada legislatura quedó a sólo un diputado de tener las dos terceras partes. La caída del PP en Canarias ha sido mayor que la del PP en la media estatal, pero también es cierto que partía de unos resultados anormalmente inflados en 2011. Todo lo que sube, baja. Y en política más. Quienes quieren interpretar los resultados como un castigo directo a las políticas del PP para con Canarias o al liderazgo de Soria en las Islas, harían bien apuntando el dato de que sigue siendo el partido más votado por los ciudadanos de las Islas. Y eso debe significar algo.

En cuanto al PSOE, los resultados deben haber dejado a sus dirigentes una sensación agridulce: son mejores que los del PSOE en el conjunto del país, y han mantenido sus cuatro diputados, pero uno de los que han salido no es de ellos, sino de Nueva Canarias, que -muy probablemente- se incorporará al grupo mixto del Congreso en cuanto toque hacerlo. No parece que el PSOE haya tenido ningún beneficio del acuerdo con Nueva Canarias, lo que parece demostrar la idea -defendida por algunos- de que éste era un acuerdo que favorecía a Nueva Canarias, no al PSOE. Los socialistas presentaron además una lista penosa en Las Palmas, dónde fueron literalmente barridos por Podemos, y han perdido el puesto de primera fuerza política en Canarias en número de votos, logrado en las últimas elecciones regionales, pasando a ser la tercera en esta.

En cuanto a los emergentes, el empuje de Podemos en las ciudades más pobladas -Las Palmas de Gran Canaria, Santa Cruz de Tenerife y La Laguna- coloca al partido de Pablo Iglesias como segunda fuerza política en el Archipiélago. Aún carece de una efectiva implantación municipal, pero el apoyo ciudadano es masivo. Ahora habrá que gestionar ese poder, y eso suele ser lo más difícil. Ciudadanos cubrió sus expectativas en Canarias consiguiendo una representación sólo levemente inferior a la de la media estatal.

En cuanto a Coalición, la advertencia ha sido muy severa. Roto el entendimiento con Nueva Canarias en la política regional, Coalición perdió cualquier opción de "contar" dos diputados. Y en Tenerife -donde perdieron más de un tercio de sus votos- vivieron momentos de verdadero pánico. Es cierto que jugaban una partida que no es la suya, pero tampoco se puede aspirar a contar en Madrid si en Canarias el nacionalismo no se pone de acuerdo. Coalición tiene que reinventarse si no quiere languidecer. Los procesos de decadencia de una fuerza política con gran implantación local que siempre juega con la ventaja de poder pactar hacia los dos lados son muy difíciles de percibir, pero Coalición debería cambiar sus discursos y sus políticas y reaccionar. Porque llevan más de una década retrocediendo de forma constante. Elección tras elección. Algo están, sin duda, haciendo mal.