Deseos de año nuevo. España no se arregla con un nuevo gobierno. Da igual quiénes se pongan de acuerdo o qué alcancen a negociar. Ni un gran pacto de Estado ni un precario entente de izquierdas. Da igual. Los males de este país no los puede solucionar un gobierno, al menos en el corto plazo. Oiremos hablar de puntos de encuentro y de líneas rojas, de la voluntad de cambio, de búsqueda del consenso, en definitiva, todo tipo de interpretaciones respecto a lo que los españoles expresamos en las urnas el pasado domingo. Todas las propuestas de regeneración, de todos los partidos, son muy tibias, inocentes y serán ineficaces porque desprecian la capacidad del español medio para defender su status individual. Ni el PP, con su aplastante mayoría y cierta intención, pudo reducir las administraciones públicas ni pasar de un mero maquillaje a las cadenas que nos impiden avanzar en lo económico y en lo social. Sin voluntad individual para cambiar no hay esperanza.

Voluntad individual. No es cuestión de ideología. Para apostar por la igualdad de oportunidades, por poner un ejemplo, mezclemos a los niños en los colegios públicos y concertados, con unos horarios compatibles con la actividad laboral de los padres y una formación intelectual y emocional adaptada a esta época. Cualquiera firmaría tan bonita declaración de intenciones, aunque después, en la práctica, sean muy pocos los dispuestos a que sus hijos compartan aula con determinado perfil marginal, a desprenderse de ciertos privilegios que "se permite" en la educación concertada o, el profesorado, a perder derechos con una jornada lectiva acorde al resto de los trabajadores. Y así con todo: imposible mejorar la sanidad si los médicos no quieren, imposible generar empleo mientras se tolere la economía sumergida.

Pluralidad. Ninguna sorpresa. La ingobernabilidad cantada por las encuestas desde hace meses. O un poco probable gobierno en minoría o vamos a una segunda vuelta. Y no nos engañemos, si los españoles hubiéramos querido una república bolivariana, podíamos haber votado por esa opción; si hubiéramos querido más Mariano, tendríamos otra mayoría del PP. En cualquier caso somos muy ilusos. De esta encrucijada se sale con sentido de Estado, responsabilidad para con las generaciones futuras y todas esas arengas que todavía nos quedan tan grandes.

En manos del PSOE. Una vez más el futuro en sus manos. Impecable primer round, por cierto, el contundente no de Sánchez a Rajoy era lo propio. Igual que la CUP dijo que no a las pretensiones de Artur Mas para conseguir que se bajara los pantalones. Mucho tendrán que ceder el PP o el PSOE si quieren gobernar. Queda por ver ante quién ceden y qué líneas rojas están dispuestos a cruzar. Cesiones mutuas o frente a Podemos, el tercero en liza. Qué paradoja, atender las demandas del holding de Iglesias nos conduciría a la dictadura de la minoría. Inquietante, la mayoría plegada a los doce diputados de En Comú Podem, precisamente quienes participan en el sistema para acabar con él. Y podría ser, la ambición es ciega y por gobernar hay quienes están dispuestos a todo, todo todo, como decía el cura de Tegueste. Cuestión de presupuesto, de cuánto está dispuesto a perder el PSOE: no actuar conduce a la segunda vuelta con el riesgo de que el voto polarizado los elimine del mapa, transigir con el PP puede que sea más barato, apelar a la unidad y esperar un par de años a que las huestes de la izquierda se fagociten entre sí.

Felicidades. No todo es política, a brindar con vino de nuestras medianías: "Salud, salud y salud, y lo demás te lo buscas tú".

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