No hay Navidad sin un lucero que señale el Nacimiento. Cada año, por estas fechas, la estrella del Belén sirve como guía para aquellos que buscan un destino. Es un recuerdo de que todos tenemos ante nosotros un camino que recorrer. Si nos desviamos, nos detenemos, o retrocedemos unos pasos, nadie lo recorrerá en nuestro lugar. A veces la luz que nos guía hacia nuestro objetivo se oculta tras espesos nubarrones; noche se vuelve oscura y el camino se hace más difícil. Pero si seguimos con firmeza, cuando el cielo escampa, todo se ve mucho más claro.

En el Cabildo, durante estos años, las nubes negras de la crisis nos han hecho caminar más despacio y hemos tenido que agarrarnos para no caer. Pero arrimamos todos el hombro para sacar proyectos adelante y para dar una mano a los que habían caído y ayudarlos a levantarse de nuevo. Ha sido un periodo de dificultades económicas para muchas familias y también para la gran familia del Cabildo de Tenerife. Pero las nubes negras se van alejando y la noche empieza a dar paso al amanecer. Aún hay poca luz, pero ya se ve mejor el camino.

Después de las Elecciones Generales de estas Navidades hay gente preocupada porque piensa que existe una situación de inestabilidad. Yo tengo confianza. Los cambios son difíciles y nadie ha dicho que sean fáciles. Pero tenemos un país maravilloso y una gente con un espíritu inquebrantable. Lo he aprendido en los tiempos malos de la crisis porque he visto el ejemplo de abuelos que han sido capaces de ayudar a sus hijos y nietos, de familias que no han permitido que ninguno de sus miembros estuviese abandonado, de hijos que se han entregado al cuidado de sus padres. He visto la capacidad de sacrificio de este pueblo abnegado y estoy seguro de que nada ni nadie podrá impedir que la vida nos vaya mejor.

Este año próximo de 2016 que está a punto de empezar, el Cabildo dispondrá de los fondos necesarios para relanzar con más fuerza el crecimiento económico de Tenerife. Nuestra gran preocupación sigue siendo la creación de empleo. Y vamos a seguir trabajando con más recursos y la misma entrega en el objetivo de sacar del paro a miles de personas a través de las inversiones públicas en obras de infraestructura y mejora de espacios públicos. Y a través de movilizarnos para favorecer que las empresas que quieran invertir en nuevos proyectos y crear nuevos puestos de trabajo encuentren todas las facilidades por nuestra parte.

Pero sin duda nuestro deseo más ilusionante para este nuevo año es el que tiene que ver con la formación y preparación de nuestros jóvenes. El proyecto Tenerife 2030 nace para ofrecer a nuestros niños y jóvenes una estrella capaz de alumbrar su propio camino de desarrollo y prosperidad. Vamos a trabajar muy seriamente en el aumento de las herramientas del conocimiento que serán puestas a disposición de nuestra gente joven, el capital humano con el que esta Isla se hará mejor y más importante en las próximas décadas.

Aún tenemos problemas e incertidumbres. Aún existe egoísmo e irresponsabilidad. Y violencia y falta de cultura de convivencia. Nadie ha dicho que ser mejores sea fácil. Pero Tenerife es, con respecto a muchos otros lugares del planeta, un remanso de tranquilidad y de responsabilidad. Tenemos la suerte de vivir en una tierra extraordinaria, luminosa, bella, inimitable. Y la gran fortuna de convivir en una sociedad de gentes tranquilas y laboriosas. Esa es la base sólida, esos son los cimientos sobre los que se puede construir con garantía el mejor y más fuerte edificio común.

En Tenerife tenemos una Navidad de sol y de luz. Solo el padre Teide se viste con el manto blanco de las fiestas. Pero también vivimos el espíritu de unas semanas de familia que sirven para cargarnos de esperanza para el nuevo año. Desde estas páginas en las que les he acompañado a lo largo de todo el año, les deseo lo mejor para ustedes y para todos los suyos.

De todo corazón y con todo mi corazón... ¡Feliz Navidad!