Xavi Simons tiene 12 años. Nació en Ámsterdam pero ha crecido en La Masía. Su ídolo es Xavi. No podía ser de otra manera.

Lleva su número, el 6. También es el capitán. En lenguaje Barça, el creador de juego. Juega a uno o dos toques, pero con un plus especial: rebaña todo balón que puede en la recuperación.

Su pelo rubio ''afro'' le da un aire a Davids. Es un crío pero es líder. En el túnel de vestuarios, con el banderín de protocolo de su club en la mano, da palmadas de ánimo a sus compañeros antes de disputarse la final del torneo Promises ante un enorme y sólido Valencia en Miami.

Su padre fue futbolista profesional. De origen de Surinam. Patrick Kluivert contaba este martes que "a Xavi Simons es una delicia verle en el campo, lee el juego de maravilla y sobre todo tiene una virtud: cuando recibe el balón ya sabe la jugada siguiente, interpreta de maravilla el fútbol".

Dice Kluivert que su padre jugó en el AZ. Le puso Xavi en honor al maestro Xavi Hernández. Viste con la camiseta por dentro del pantalón, señal de futbolista de verdad. Y luce el brazalete del Barça con orgullo. Es el niño de menor edad de la residencia de la nueva Masía y en el club apuntan que es algo así como la mascota, el nene protegido al que todos miman y quieren. Es una alegría verle de cerca.

Su familia se instaló en Alicante y Guillermo Amor, que conoce la zona, dio el primer aviso en las oficinas del Camp Nou.

Esta tarde en Miami se coronó con sus compañeros en el Ransom Everglades School. Sudó tinta para ganar la final del torneo Promises de LaLiga (3-4).

Mamadou puso los goles y Xavi el orden y la determinación. Recogió el trofeo de manos de Miguel Cardenal y Javier Tebas. Y argumentó la buena salud de La Masía. Xavi Simons promete. No todos los niños llegan a la élite, pero Xavi tiene buena pinta. Ojalá tenga suerte.