La Navidad es un tiempo agridulce para los más mayores en el que la alegría de estas fechas se mezcla con la nostalgia del recuerdo de los que ya no están con ellos y de los familiares y amigos que no han podido acudir a verlos.

La nostalgia es el sentimiento que más nota el personal de las residencias geriátricas, en las que no todos los residentes tienen la suerte de poder salir y pasar las fiestas con los suyos.

"Evidentemente, la gente prefiere estar en casa que en la residencia", afirma Óscar Arroyo, director del Complejo Residencial de Vigo, una de las provincias más envejecidas de España. Dirige una residencia pública de grandes dependientes donde "desgraciadamente los familiares no se los llevan tanto como desearía". Sólo suelen irse un 15% de los residentes.

Casi todos prefieren irse, pero solo el 15% de los residentes pasa estos días con la familia

Así que trabaja con su equipo de terapeutas ocupacionales para inundar la residencia "con el espíritu navideño" y que los pacientes puedan cantar villancicos todas las mañanas en torno al belén de la entrada y reciban regalos en Nochebuena y en Reyes.

También tienen campanadas para despedir el año, pero a las 20:30. Normalmente sólo uno de cada cuatro mayores ingresados puede bajar a comer porque al resto su estado no se lo permite. Pero explica Arroyo que en Nochevieja procuran que "acuda al comedor el mayor número de ancianos posible para cumplir las tradiciones y mantener el espíritu navideño".

Tanto en Nochevieja como en Nochebuena, Navidad, Año Nuevo y Reyes tienen un menú especial que, como cuenta el director de la residencia, "intenta ser lo más parecido a los que se hacen en un hogar normal, pero con las lógicas adaptaciones a la dieta de cada uno".