Estamos saliendo de la recesión, es verdad, pero no de la crisis. No podemos hablar de salir de la crisis con una tasa de paro del 30%. Es verdad que se están creando empresas, microempresas con entre uno y tres trabajadores y a un ritmo de alrededor de quinientas empresas en el año que cerramos, pero el látigo del desempleo impide que el consumo interno favorezca un crecimiento más allá del 2%, que es alentador, sí, pero debemos reconocer que se debe a elementos exógenos, fluctuantes, cambiantes y que poco o nada podemos hacer por controlar desde las Islas, con lo cual debemos asumir que la mejora económica que vivimos no es todo lo firme que debiera ser, porque sigue dependiendo de estímulos externos altamente inestables.

Ese impulso que ahora disfrutamos se debe a una apertura del crédito con bajos tipos de interés y a la gran bajada de los precios del petróleo. Ninguno de esos tres puntos dependen de criterios propios, ni españoles ni mucho menos canarios. Hemos crecido casi un 3%, sí, y eso implica un cambio de tendencia positivo, pero hemos de reconocer que no es lo óptimo ni siquiera en el caso del turismo, que bate récords un año tras otro, pero lo hace en buena medida gracias a la dramática situación de nuestros competidores en el mercado.

No pretendemos desde la Concap ser agoreros, ni mucho menos, pero sólo desde el realismo se acometen las soluciones necesarias. Cuando a finales de 2006 dijimos que teníamos datos de que se avecinaba una crisis brutal, nadie nos creyó. Se lo dijimos a todos los representantes de las fuerzas políticas durante la campaña electoral de la primavera de 2007 y nos llamaron talibanes. Sin embargo, pasado el verano, la crisis nos estalló en la cara. Siendo sinceros, los informes internacionales nos hablaron de una crisis y todos, también en la Concap, creímos que se trataría de una crisis importante pero cíclica. Pero no... Lo que llegó fue una recesión, y ahora que parece que vemos luz al final del túnel, es momento de ir sin prisa pero sin pausa, sentando las bases y tomando las decisiones oportunas, inteligentes y coherentes que afiancen nuestra economía: la canaria, la nacional y la europea.

En el caso de Canarias, esa coherencia pasa por desenmarañar la legislación y simplificar las normas, reducir la carga burocrática, impulsar las energías renovables y las relaciones con África y apostar de forma decidida por el fortalecimiento del tejido empresarial de las Islas, por invertir en lo nuestro, en lo que nuestra tierra necesita, y en los nuestros: nuestras empresas, nuestros profesionales..., nuestra gente.

Algo se está haciendo, sí. La decisión del Gobierno regional de renovar la Ley de Ordenación del Territorio y el impulso a la Transparencia forma parte de ese "algo". El primero es un paso importante al que hay que dar celeridad, porque la ordenación territorial que tenemos implica en la práctica un cuello de botella en el que mueren muchísimas iniciativas empresariales, proyectos e inversiones. De hecho, la legislación canaria frena la entrada de inversiones foráneas precisamente por temor a iniciar una de nuestras marchas del desierto con final en el cajón de alguna Consejería.

No hablamos de una desregularización. Al contrario, hablamos de racionalizar la regulación que todos necesitamos. Hablamos de transparencia en la gestión de todas las administraciones, pero de una transparencia efectiva y certificada por empresas externas y marcando el día a día de las relaciones entre las administraciones y los ciudadanos. La burocracia es sinónimo de miedo. A mayor burocracia, mayor miedo a tomar decisiones, a permitir, a impulsar. Y a mayor burocracia, a mayor cantidad de pasos intermedios, mayores son las posibilidades de que aparezcan quienes hablan de "yo te miro lo tuyo". La burocracia debe ser la justa, el exceso lastra, ralentiza, aburre y hace desaparecer la mayor riqueza de un tejido empresarial: las ideas.

Otro paso positivo ha sido el impulso a las renovables. También aquí estamos de enhorabuena, pero quizás es en este sector en el que mejor se ve la importancia de los dos aspectos anteriores: un concurso en 2007, unas adjudicaciones en 2009 y un 2015 que finaliza sin ningún parque montado, con proyectos que han llegado al 31 de diciembre "in extremis". Sí, hay un impulso, pero la ralentización de algo tan fundamental como nuestra competitividad e independencia energética no puede estar supeditada a una legislación que ha estrangulado los parques eólicos durante once años. No puede volver a ocurrir con nada, pero menos aún con proyectos estratégicos para esta tierra.

¿Y qué esperamos para 2016? Desde la Concap esperamos que se apueste firme y decididamente por las empresas canarias, que desaparezca de algunas instituciones el temor a cumplir la legislación vigente que apoya a las empresas locales, que se termine con el desequilibrio provincial. Nos alegramos de que en Gran Canaria se esté ejecutando la cuarta fase de su circunvalación, pero recordamos a los gobiernos implicados que la situación de la TF-5 es insostenible y el anillo insular debe cerrarse sí o sí, porque ambos proyectos incrementan la competitividad de empresas y empleados y, sobre todo el segundo, supondrá una oportunidad de oro para equilibrar la bolsa de empleo y encaminarnos a ese objetivo del 10% de tasa de desempleo, que es el que podemos asumir.

¿Cómo? Con medidas que fortalezcan las empresas locales, que las permitan crecer y estabilizarse económicamente, que las ayuden a mantener empleo estable y de calidad, adecuadamente formado. Sólo así lograremos tener empresas diversificadas que no dependan de un solo sector para sobrevivir, que puedan invertir en I+D+I, porque si algo nos ha enseñado esta crisis es que con investigación, desarrollo e innovación las crisis son menos crisis y el ejemplo lo tenemos en nuestro propio país, no hace falta ir muy lejos.

2016 va a ser el año de las empresas. Son ellas las que van a sacar este país adelante. Ellas y las familias que han estado ahí, aguantando el tirón, apoyando a quienes tenían dificultades. Tomemos las empresas ejemplo de esas familias porque es momento de estar unidos, de defender nuestros proyectos, de buscar sinergias entre nosotros, de establecer acuerdos que nos fortalezcan. Desde fuera nadie va a venir a rescatarnos, ya lo hemos visto. 2016 tiene que ser el año de las empresas Canarias y esas empresas tienen una casa: la CONCAP.

Desde esa Casa de las Empresas Canarias y en nombre de todas las asociaciones que la integran les deseamos a todos un muy feliz 2016.

*Presidente de la Concap