Salvo error, ironiza, tiene 92 años. Una edad que, lejos de amedrentarlo, le sirve para analizar y ver las cosas con perspectiva. Y lo hace con frecuencia; con mucho espíritu crítico.

José Antonio Castro se encarga desde hace años, bien a través de lo que escribe bien con denuncias puntuales, de hacer ver todo aquello que, a su juicio, no está como debería en Santa Cruz de Tenerife.

En ocasiones lo hace, incluso, por la noche, mientras la ciudad descansa. Folio en mano, este activista nonagenario, viudo desde el año pasado, no duda en dejar constancia de su presencia en aquellos lugares que presentan deficiencias.

Sirva como ejemplo una de sus últimas denuncias sobre el estado del edificio de la antigua Escuela de Comercio, en la calle 25 de julio.

Practicante y podólogo retirado -trabajó toda la vida en la capital-, su actividad es posible gracias a que aún conserva una salud casi de hierro. "No soy rentable para la Seguridad Social", bromea.

No obstante, y al margen de su activismo del día a día en la capital, su gran pasión ha sido siempre otra: la defensa de Tenerife. Desde 1968, y aprovechando su labor como agente comercial, José Antonio Castro no ha desaprovechado ninguna oportunidad para promocionar la isla. Todas las cartas que envió desde ese momento fueron acompañadas de folletos de publicidad. Es decir, como un responsable de Turismo, pero en la sombra.

Sobra decir con estos datos, y él tampoco lo oculta, que sus tendencias políticas siempre han sido de corte insularista. Y por ello casi sobre comentar también que fue la Agrupación Tinerfeña de Independientes (ATI) su partido de referencia. "Es la que barría para Tenerife", resume.

Claro que eso cambió con el tiempo. "Se fue desgajando. Las nuevas ideas la llevaron al desastre", asegura. ¿Y los otros partidos de corte nacionalista como Nueva Canarias? "Eso es un caballo de Troya amarillo que tenemos en Tenerife", sentencia.

Castro se identifica ahora con personas. Y ahí pone al presidente del Cabildo de Tenerife, Carlos Alonso, como un ejemplo. "Es el único que está batiéndose por los intereses de la Isla", remarca. De ello dejó constancia durante la pasada campaña electoral con unas notas en los carteles del que fue candidato de CC al Congreso de los Diputados.

Por cierto, una de las últimas iniciativas de este amante de las armas antiguas tiene que ver con una institución que es referente en la Isla: la Universidad de La Laguna (ULL). Tras ser "ignorado" por el anterior rector, Castro confía en que el nuevo, Antonio Martinón, sea más receptivo a su iniciativa.

Su idea no es otra que mejorar las señalizaciones de la ULL y sus facultades. Para ello negocia desde hace meses con entidades privadas, de tal forma que sean estas las que financien las nuevas rotulaciones. "Así no pueden usar el dinero como excusa para no hacerlo", resume. Por voluntad que no quede.

José Antonio Castro aprovechó todas las cartas que envió, como agente comercial, desde 1968 para promocionar Tenerife.