¿Qué tiene que ver la pimienta con los pimientos? Ya puestos, ¿a qué se llama paprika? ¿Todas las pimientas proceden de la misma planta? Empezaremos por aquí, y la respuesta es que no; sí que lo hacen las pimientas verde, negra y blanca, que son diversos puntos de maduración del fruto de la planta llamada Piper nigrum.

Pero hay más. Hay otras cosas a las que llamamos pimienta, sin serlo realmente. La pimienta rosa, por ejemplo, es el fruto de una planta de origen brasileño sin la menor relación con la de la pimienta. En cuanto a la pimienta de Cayena, es una variedad de pimiento, que recibe su nombre de la capital de la Guayana francesa.

Existe la pimienta de Jamaica, también llamada pimienta inglesa, que tampoco es una pimienta de verdad. ¿Más? Cerraremos con la pimienta de Szechuan, o Sichuán, que procede del llamado pimentero japonés. Un lío.

Quedémonos con la pimienta propiamente dicha, planta que parece originaria de la India y cuyo consumo se remonta a tiempos muy antiguos. La pimienta viajó pronto a Europa; no hay receta de Apicio que no incluya piper. Siglos después, el cierre de la vía terrestre hacia Oriente a causa de la conquista de Constantinopla por los otomanos, musulmanes, desencadenó la carrera marítima europea hacia las míticas Islas de las Especias: ya saben, los portugueses por un lado, los castellanos por otro, más tarde las compañías de las Indias inglesa y holandesa... Así comenzaron los imperios coloniales europeos: por un grano de pimienta.

Pero así, de buenas a primeras, los españoles, en el Nuevo Mundo, no encontraron pimienta, aunque sí ajíes, o chiles, a los que bautizaron por el expeditivo sistema de "es algo que se parece a". El mismísimo Colón dijo que eran "una especie de pimienta en vaina"; les llamó pimientos por su sabor, más bien por su carácter picante. Años después, Sebastián de Covarrubias explicó que el pimiento era "una mata que echa cierta fruta colorada, y ésta quema como la pimienta".

Los nombres que se dan al pimiento en Europa occidental son similares a los de la pimienta; así, en francés pimiento es poivron y pimienta poivre; para los italianos son, respectivamente, peperone y pepe; los ingleses no se andan con sutilezas y llama pepper a ambas cosas; luego les ponen color: black pepper, green pepper... y así sucesivamente, hasta el hot chili pepper. Pero si viajamos hacia el Este perdemos (aparentemente) esa referencia a la pimienta y nos encontramos con la paprika o páprika (valen ambos), tan ligada a la cocina húngara; claro que los alemanes también llaman Paprika al pimiento, y no sólo al pimentón; y en Budapest pueden comer un paprikás, que es un guiso emparentado con el gulash y condimentado, claro, con páprika, palabra que viene también del latín piper, o sea, pimienta, pero por la vía eslava.

El gran cocinero húngaro Károly Gundel sostenía que la paprika llegó a Hungría no desde España, sino desde Oriente. Podría ser, pero su llegada sería posterior. Los portugueses llevaron chiles (pimientos) a Goa, ciudad de la India portuguesa; antes de eso no había pimientos ni guindillas en la India. ¿Pudo viajar después por tierra hacia el Oeste, adoptando un nombre eslavo y llegando a Hungría? Pudo, claro. Las cosas tienen más caminos de los que podemos imaginar.

En España los pimientos eran algo común en el Siglo de Oro. Tanto, que Quevedo se confunde cuando escribe: "No había llegado al gusto, lisonjera / la arrugada pimienta, ni del clavo / la adulación fragante forastera; / carnero y vaca fue principio y cabo / y con rojos pimientos y ajos duros, tan bien como el señor comió el esclavo". En esa época, el pimiento llevaba poco más de un siglo aquí, mientras que la pimienta era conocida muchísimo antes.

De todos modos, he de decir que no tengo recuerdos de pimienta (sí de pimientos) de mi infancia. He ido, por si acaso, a mirar un libro de cocina de 1905 ("La cocina práctica", de ''Picadillo'') y es rarísimo que utilice pimienta en sus recetas; la cocina gallega tradicional se caracterizó siempre por el mimo a unos productos magníficos, que se quería que supiesen a lo que eran, y no a pimienta; ya me dirán qué le aporta la pimienta a un buen rodaballo a la parrilla.

Hoy, cualquier receta usa sal y pimienta para empezar a hablar. Todo se salpimienta, y el molinillo de pimienta es un cacharro que no falta en ninguna casa. Yo, insisto, creo que hay cosas a las que la pimienta no les hace ningún favor, pero...

Una curiosidad más: el citado Covarrubias ("Tesoro de la lengua castellana o española", 1611), nos informa de que salpimentar la mercadería era "venderla en precio más que riguroso", cosa que parece lógica, ya que la pimienta, entonces, era una especia que costaba un buen dinero: venía de la India. Y los indios no la cambiaban por abalorios, como comprobó en su día y en su bolsa el mismísimo Vasco da Gama.- EFE

cah/mlb

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