Jesús de Nazaret y sus doce apóstoles nacieron y murieron judíos. El cristianismo vino después. El imaginario cristiano no les ha considerado judíos. De Jesús de Nazaret se dice que probablemente perteneció o estuvo en contacto con los esenios, una secta de esclarecidos. La iconografía cristiana (los grandes maestros) representa la última cena con un personaje turbio de perfil netamente judío en una esquina que es Judas Iscariote, el traidor judío. Que fue el único que se suicidó tras la muerte de Cristo, y tal vez el único que intuyó o deseó la cristalización del cristianismo, que hizo para que la historia sagrada fuera como es.

"Judas" es el título del último libro publicado de Amos Oz, el gran escritor israelí que atesora casi todos los grandes premios internacionales de literatura. Su papel es uno de los temas que aborda el libro de ese título. La literatura hebrea, que no judía (Philip Roth Saul Bellow, Isaac Bashevis Singer), ya ha alcanzado su edad de oro (Bialik, Oz, Grossman, Yehoshua..), pero tras esta llamada de atención, dejaremos la literatura.

Este libro es una superación de este gran escritor y ciudadano israelí que mantiene un punto de vista, como otros compañeros de letras, bien distinto a los gobiernos de Israel. Para empezar milita en Paz Ahora y sus declaraciones siempre han ido en ese sentido y en la convivencia pacífica de dos pueblos. En "Judas" también aparecerán traidores a la patria de Israel incluso durante la guerra de independencia de 1948, que no merecen la mínima censura, sino comprensión y legitimidad. Se critican los pilares del Estado de Israel, pero desde dentro, como judío israelí; y se superponen modelos de traiciones y disidencias. Sin que por ello merezcan ser arrojados desde las azoteas o arrastrados por motos por las calles, como se han visto tras sus fronteras.

Su anterior libro, escrito con su hija profesora de la Universidad de Haifa, supone una reflexión sobre la condición judía, que va más allá de la religión. Padre e hija se declaran ateos y conciben el judaísmo como un diálogo permanente con los textos sagrados, una cosa más de libros y su grandiosidad y enseñanzas que de revelación directa. Una amiga mía judía considera irrelevante la redención y otra vida. En una sociedad abierta tan plural como Israel, son posibles actos de libertad que son inconcebibles en su entorno. Es otra mentalidad. No es una cuestión de enconos religiosos simétricos, como apuntan los simples, sino de prejuicios, cuando no odios, atrincherados en la ignorancia.