Cuando los pacientes renales reciben información adecuada sobre los diferentes tratamientos existentes y sobre cómo estos afectan a su calidad de vida, el 50% de los que inician diálisis eligen diálisis peritoneal domiciliaria, y una mayor proporción opta por el trasplante de vivo anticipado. Esta es la conclusión a la que ha llegado el grupo que ha participado en la experiencia que se ha publicado recientemente en la prestigiosa revista PLOS ONE, en el que han participado 26 hospitales, entre ellos el Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín y el Hospital Universitario Insular de Gran Canaria, y más de 1.000 pacientes de todo el país.

"Este índice de elección demuestra que los pacientes suficiente y correctamente informados optan por la diálisis peritoneal domiciliaria en una proporción muy superior a la media nacional actual, que es sólo del 16,5%", afirma el doctor José Carlos Rodríguez, del Servicio de Nefrología del Hospital Doctor Negrín y participante en el estudio, en un comunicado de la Consejería de Sanidad del Gobierno regional.

En esta experiencia se dividió a los pacientes en dos grupos, según pasaran o no por un proceso educativo estructurado con materiales específicamente desarrollados para facilitar su participación en la elección del tipo de tratamiento (trasplante, diálisis peritoneal domiciliaria, hemodiálisis en sala, hemodiálisis domiciliaria o tratamiento conservador).

Tras haber pasado por el proceso educativo, la mayoría de los pacientes se ratifica en la opción elegida cuando finalmente inicia el tratamiento definitivo, lo que hace pensar que la educación facilita la toma de decisión y la hace más firme, incluso cuando el paciente, por su situación clínica, precisa iniciar el tratamiento de forma no programada o urgente.

Otra conclusión es que es necesario que los pacientes reciban información y puedan elegir el tratamiento con tiempo suficiente para programar su entrada en diálisis aunque, si no fuera posible hacerlo así, es importante asegurarse de que los que inician de forma no programada también pasan por el proceso educativo, reciben información adecuada de todas las alternativas terapéuticas y sus repercusiones, y pueden elegir la modalidad de tratamiento definitiva.

Además, dada la enorme carga presupuestaria que el tratamiento sustitutivo renal supone para el sistema sanitario, y debido a que el trasplante y la diálisis peritoneal consumen menos recursos, la puesta en marcha de este tipo de procesos educativos no solo beneficia a los pacientes en términos de salud, sino que contribuye también a una mayor sostenibilidad del sistema sanitario.