Puede que reabra; y que lo haga renovado, pero, posiblemente, ya no será el quiosco Numancia de siempre, refugio eterno de carnavaleros rezagados y durante años de pilotos y aficionados al automovilismo.

El 2o de febrero vence la concesión que tiene el actual propietario, el mismo que ha regentado el negocio ubicado junto al parque García Sanabria durante décadas. Un día después, el lunes 21, el quiosco Numancia deberá estar "limpio".

A partir de ahí, nueva vida. La idea del Ayuntamiento de la capital es cerrarlo durante un tiempo para darle un lavado de cara. Será el paso previo a volver a sacarlo a concurso. Tal vez con el mismo nombre y en el mismo lugar; menos seguro si con la misma esencia.

¿Por qué? Se desconoce si la empresa que resulte adjudicataria estará obligada a subrogar a los siete empleados que, en estos momentos, atienden en el quiosco.

Algunos como "Juanito", el "abuelo de los abuelos", como lo definen cariñosamente sus compañeros, lleva trabajando allí 42 años. Más de media vida; muchos carnavales a sus espaldas.

Porque si hay algo que defina a este peculiar recinto de Santa Cruz es el Carnaval: casi que no se podría entender uno sin el otro. Por lo menos para aquellos a los que les ha gustado disfrutar de la fiesta más allá del horario habitual.

Ni siquiera las limitaciones impuestas hace unos años ante los incidentes registrados en las calles aledañas han podido con la fuerza carnavalera del Numancia. Se redujo el número de asistentes, eso sí, pero nunca el espíritu de los que han seguido acudiendo hasta allí.

Advertidos quedan, pues, los que acudan a la próxima edición de la fiesta de la máscara y no quieran dejar de tomarse la última copa en el Numancia: el quiosco cierra.