Según lo manifestado por las bases del PSOE de Gran Canaria , estas se opondrán, de convocarse nuevas elecciones, a que Nueva Canarias concurra conjuntamente, como lo han hecho el 20 del pasado diciembre.

De ser así, Nueva Canarias no solo pierde credibilidad como partido nacionalista al haber abandonado su espacio natural, que es el nacionalismo, sino que "los progresistas" a los que se ha unido le han dado la espalda, lo que suena a una sonora bofetada.

Nueva Canarias como partido nacionalista tiene que tender a la búsqueda de su espacio natural, que es el nacionalismo. Debe reflexionar, dejar de contemplarse el ombligo y mirar por encima del hombro a los otros nacionalistas.

El reto que tiene este territorio canario es su fortalecimiento y una defensa a ultranza de todo aquello que lo conforma, desde la economía, la simbología, la cultura y la ideología. Y para ello, insistimos una vez más, hay que ir a la unión nacionalista, pero de manera inmediata.

Si no fuera así, el nacionalismo canario pudiera verse sometido a una autofagia que conduciría a una atomización peligrosa que dificultaría esta unidad, alejándonos de una proyección inmediata que es el apuntalamiento de la conciencia nacional canaria, que es vital y necesaria para enderezar esta tierra.

El posible viraje de espaldas del PSOE a Nueva Canarias tal vez le haga meditar que con un insularismo asentado en Gran Canaria y alguna que otra franquicia en esta a aquella isla no se va a ningún lado .Ni ellos ni los demás.

O se asume esta unidad como un trabajo a realizar con máxima implicación de los actores políticos actuales, CC, PNC y NC, o entre todos, si no fuera así, haríamos posible que el reflotamiento del nacionalismo canario se dificulte y con visos a ir empalideciéndose.

Nueva Canarias tiene y debe reflexionar, y el resto también. Hay que buscar un espacio para el reencuentro, sin rémoras, resabios y sin el estigma, tal vez, de viejas traiciones o malos entendidos. Pero cuando se está en política para salvaguardar nuestro territorio hay que tener una proyección de miras amplia; hay que saltar por encima de los portillos que separan una isla de otra, una opción nacionalista de otra.

No trabajemos, por favor, para los que siguen pensando que Canarias es una factoría anclada en el Atlántico como moneda de trueque.

Trabajemos para que Canarias se sacuda de sus demonios seculares, o al menos no contribuyamos en que nos sigan controlando desde los escenarios de políticas no ejecutadas por nosotros.

Quizás la tarea sea y se considere difícil, pero si nos descolgamos de las individualidades, de las capillitas, se podría entrar en ese espacio nacionalista que considere, de una vez por todas, que Canarias es una isla única, indiferenciada.