Y no me refiero a las que Hacienda estipula que se realicen en nuestras nóminas. En su día dieron mucho que hablar al considerarse que eran excesivas -algo sin duda alguna cierto puesto que las devoluciones, una vez realizada la declaración de la renta, resultaban ser cuantiosas-, pero a pesar de todo la administración solo consideró conveniente retocarlas ligeramente a lo largo de los años. No obstante, sorprendentemente, las retenciones serán inferiores a partir de este ejercicio, así que bienvenida sea la medida.

Pero, ya lo dije antes, no va a tratar este artículo de esas retenciones. Pretendo opinar, como lo han hecho tropecientos mil ciudadanos de toda la isla, de las que se producen en las autopistas isleñas -curiosamente se mencionan solo las que ocurren en la del Norte, antes de llegar a la rotonda del Padre Anchieta, soslayando que la del Sur también las sufre, aunque en menor medida-. Planteado el problema por diversos ayuntamientos, coreado como si se tratara de una ópera wagneriana por la ciudadanía, convertido en tema "de vida o muerte" por todos los medios de comunicación, resulta cuando menos curiosa la imaginación de la gente a la hora de aportar soluciones. El Cabildo lo parcheó en parte al construir una nueva vía para desviar los vehículos del norte hacia el sur, a la altura de Guajara, que ha producido evidentes beneficios a la circulación, pero aún así esta continúa sufriendo notables retrasos. No es admisible, por lo tanto, que un señor de Garachico, o La Guancha, pongamos por caso, tenga que levantarse a las cinco de la madrugada para acudir a su trabajo en Santa Cruz a las ocho. Al darse esta circunstancia se aboga por un nuevo carril paralelo a los actuales para que lo usen solo las guaguas; se sugiere reactivar el viejo proyecto que contemplaba una vía que bordeaba la pista del aeropuerto de Los Rodeos por su cabecera norte; alguien exige la inmediata construcción del tren del norte; otros propician incentivar a quienes ocupen vehículos con tres o cuatro pasajeros..; en fin, para concluir, hay hasta quien quiere que la Universidad de La Laguna medie para regular el transporte de sus alumnos, sabiendo que estos harán lo que les dé la gana y no prestarán atención a ninguna imposición, venga esta de quien venga.

Siendo esta la situación, percibiendo que la solución -si la hay- costará mucho ponerla en práctica -y no me refiero económicamente, que también, sino al tiempo que se tardará en llevarla a cabo (redacción de los proyectos correspondientes, permiso de los respectivos ayuntamientos, autorización para realizar las necesarias expropiaciones...)-, me da la impresión de que en los análisis de los expertos se ha soslayado una de las circunstancias más claras que provocan los embotellamientos de nuestras vías: los accidentes por alcance, a menudo no demasiado graves, pues solo ocasionan daños materiales.

La operación para comprobar esto último resulta muy sencilla. Si usted tiene la desgracia de sufrir una de esas retenciones y piensa en qué la ha producido, verá que no es el accidente en sí, sino el protocolo que se debe seguir para despejar la vía. Tras el suceso, suponiendo que solo han quedado afectados dos vehículos -si no es así los trámites resultan incluso más complicados-, a alguien se le ocurre llamar a Tráfico para dar cuenta de lo sucedido. La "pareja" no suele estar a la vuelta de la esquina y tarda quince o veinte minutos en llegar, y dependiendo de lo que encuentre reclamarán la presencia del equipo de atestados, que puede demorarse otros veinte minutos; y a todas estas los vehículos en medio de la carretera, permitiendo solo el paso de un solo vehículo en fila india, y eso si ha quedado espacio entre los afectados y los arcenes. Por otro lado, a estas alturas, ¿a alguien se le ha ocurrido llamar a una grúa para retirar los vehículos y despejar la vía, o tendrá que ser la Guardia Civil quien tenga que hacer la llamada? Y no digamos lo que ocurre si, por desgracia, el accidente ha provocado heridos. Entonces, la demora sobrepasa la hora y media.

Ignoro lo que dispone la legislación española al respecto. Supongo que establece la necesidad de que nadie toque nada hasta que lleguen los técnicos correspondientes, pues en caso contrario las compañías de seguros no admitirían las denuncias. ¿Es eso justo, o necesario, con los medios que hoy en día están al alcance de casi todos? Un simple móvil, el más rudimentario, puede llevar a cabo fotografías y vídeos de gran fidelidad, que podrían servir posteriormente para comprobar el estado de los vehículos tras la colisión. En este caso, ¿qué sugiero para reducir las retenciones? Pues algo muy sencillo -y que me disculpen los técnicos-: modificar la ley de tráfico que impide mover el vehículo hasta que lleguen las autoridades, y considerar como "pruebas" las fotografías aportadas por los conductores afectados -que ya se encargarán ellos de hacer el mayor número posible-. Luego, y no es mentira pues he sido testigo de ello en las calles de París, se requiere la colaboración de media docena de conductores, que con su esfuerzo desplazarán los vehículos a los arcenes más próximos y dejarán la vía despejada. Esta operación la he visto llevar a cabo en solo ocho minutos...