"Sabemos que nos quieren y aprecian nuestra labor, pero somos nosotras las que agradecemos a este pueblo solidario su ayuda. Desde las instituciones al más humilde contribuyen y aportan lo que pueden. Correspondemos junto a los que más lo necesitan". Así se manifestó ayer Sor María del Carmen Hernández Báez, responsable del comedor social de La Noria -que gestionan desde hace casi tres décadas las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul- al valorar la ampliación de horario del servicio de almuerzo, desde esta semana en dos turnos (12:00 y 12:30-12:40).

"Esto nos permitirá ofrecer 100 plazas en los almuerzos, 20 más que hasta este momento", asegura, y añade: "Hace tiempo que algunos no comían tras hacer cola porque no podíamos más".

Un proveedor de aceite que arregla el timbre de la puerta o quien viene a donar discretamente. Bastaron unos minutos para comprobarlo la mañana de ayer. Temprano porque al mediodía la actividad se vuelve frenética.

A Sor María del Carmen le cuesta cuantificar, pero revela un coste de "más de cien mil euros al año. Sin ayuda, sería un imposible". Enumera la aportación económica del IMAS, el apoyo del Cabildo, las donaciones privadas, la fija del Banco de Alimentos o el convenio con Cáritas. Da "gracias a todos", siempre "con la filosofía de nuestro fundador: al servicio de quien lo necesite".

Explica que el perfil cambia, pero el problema sigue: "Hay gente de 45 o 50 años con más de un lustro en el paro que es muy difícil que vuelva al mercado laboral, salvo de manera temporal". También están los "extranjeros, gente de paso. Polacos, italianos, venezolanos, cubanos, ahora menos magrebíes...". A todos los conoce.

Y para todos hay comida aunque, concluye, "necesitaríamos una casa más amplia para el servicio de ropero y como almacén. Es muy difícil en este entorno de La Noria por costoso, pero nos gustaría que la gente no pasara calor en verano o se mojara en invierno. Es complicado pero...".

Casi tres décadas

Número 5 de la calle Antonio Domínguez Afonso. O sea, La Noria. Entre establecimientos de moda o restaurantes de diseño, allí tienen un refugio los más humildes de la sociedad desde el 12 de octubre de 1987. Hasta hace tres años, Sor Josefina León lideraba a las religiosas que gestionan el comedor social. La hermana María del Carmen Hernández tomó el relevo. Cada día, de lunes a sábado, junto a otras tres religiosas, un asistente social , una cocinera y "numerosos voluntarios, entre ocho y diez cada día" realiza una labor para "dar dignidad a las personas. Comidos, duchados y vestidos salen muy diferentes a como entran".