Dice Gustavo Matos, abogado, parlamentario socialista, alternativa en su día a Patricia Hernández, que el ambiente dentro del pacto de gobierno se ha vuelto irrespirable y que hay muchos socialistas que quieren "una reflexión profunda" sobre el escenario político en Canarias. Como Matos no se refiere a que alguien se esté tirando ventosidades en los consejos de Gobierno -lo que podría ser verdaderamente irrespirable- igual está utilizando una metáfora. Y que lo haga sin pasar minuta, siendo abogado, es un lujo.

Otra metáfora puede ser lo de hacer una "reflexión profunda". Porque la verdad es que hay poco que reflexionar. Hay mucha gente del PSOE y de CC que están encantados de la vida con el pacto de Gobierno. Y luego están todos los demás. Los que están por fuera, donde no llega el aire del poder, y por lo tanto no lo respiran. Y los que han tenido que tragarse el sapo de aceptar pactos con los que no estaban de acuerdo (¿quién dijo Javier Abreu?).

En el PSOE existe una fuerza latente, un poder reprimido que a veces se manifiesta. Matos, que tiene un fino olfato político, sabe que restregarle a CC sus incumplimientos municipales le otorga crédito en algunos comités locales. Por eso ha soltado culebras por la boca hablando de Arico o del Puerto de la Cruz y citando, como de pasada, como sin querer, la triste historia de Javier Abreu, al que le han quitado el pan y la sal (y el agua) en La Laguna. Para dar paso a que luego saliera Abreu explicándolo por sí mismo.

Ese poder latente le está tocando los ovarios al aparato, porque en el socialismo canario aún no se han cerrado los liderazgos. Sigue abierta la competición por el califato regional. El incumplimiento de los pactos es solo una buena excusa retórica. La crónica de traiciones e indisciplinas en Canarias se remonta a la prehistoria. Unos y otros se han cargado acuerdos aquí y allá. Los socialistas que hoy acusan a CC de "desear" gobernar con el PP defendieron hacerlo ellos en La Palma y El Hierro hace cuatro años. La política lo aguanta casi todo.

El problema no es que haya municipios díscolos. El problema es que en la zona del ecosistema político donde nadan los tiburones no puedes dejarte ninguna herida abierta porque te comen. Y La Laguna sangra mucho más que el Puerto de la Cruz, Arico o cualquier otro municipio.

La realidad es que el pacto, hasta ahora, funciona razonablemente bien y sin ventosidades (que se sepan). El virus está en el seno del socialismo español en general y canario en particular. Demasiados jefes y pocos indios. Demasiadas ambiciones insatisfechas. Demasiada debilidad en los liderazgos. Coalicion Canaria, un partido sin partido, resolvió sus luchas de dirección con un duro enfrentamiento por la candidatura a la presidencia del Gobierno. En el "totum revolutum" del PSOE, que sí es un partido, esa fue solo una batalla: la primera. La guerra sigue abierta. Por eso se vuelven a escuchar disparos.