No es amor, es solo sexo. La política en Canarias ha procreado a base de relaciones sin afecto donde la infidelidad prima por encima de todas las cosas. En nuestra tierra, ellos no aman, solo disfrutan del hedonismo que proporciona el goce de las aventuras fuera del matrimonio, aquel contraído con miles de ciudadanos y cimentado en la conveniencia de aquellos que no se gustan pero aguantan para no disgregar el linaje.

Los pactos en cascada validan a golpe de realidad que el voyerismo político se ha convertido en una práctica aceptada para disfrutar mirando sin importar cuándo va a tener lugar el encuentro definitivo, el que reconduzca los gobiernos que han incumplido el acuerdo de no agresión rubricado con la pluma de la incoherencia.

Los voyeristas suelen observar la situación desde lejos, bien mirando por la cerradura de una puerta o bien utilizando espejos, mientras que muchas pequeñas canarias representadas en 88 municipios siguen soportando la pobreza y la falta de un plan de acción regional que diga de una vez que lo acordado en un hotel de Las Palmas de Gran Canaria o de Santa Cruz de Tenerife no tiene el mismo sentido para todos los ayuntamientos.

Como en muchas historias, el amor que emana del acuerdo no ha sido patente de corso en lugares como la capital tinerfeña, donde las huestes de CC han sentido la seducción del PP, ni tampoco en Puerto de la Cruz, donde los nacionalistas, emulando a la Lolita de Vladimir Nabokov, apoyaron al PP y rechazaron la fogosidad socialista que convenció a la gran mayoría del electorado.

No obstante, el tiempo determinará que PP y CC nacieron para amarse en Canarias, pero no para vivir juntos, porque los amantes célebres siempre vivieron separados, y así debe ser. Al final, para los que se atraen es más fácil quedar bien como amantes que como maridos. Como decía Honoré de Balzac, "es más rentable ser oportuno e ingenioso de vez en cuando que todos los días".

La política en el Archipiélago es la cinta del matrimonio mal avenido que promete a una de las partes que va a cambiar: ¿cuántas veces hemos oído a CC, PP o PSOE que es la hora de la renovación y la regeneración? Siempre existe un momento para la redención, sobre todo después de unas elecciones en las que el varapalo ha sido mayúsculo. Sin embargo, a la hora de la verdad, el discurso conformista lo aguanta todo, tanto como el infiel astuto que encandila a su pareja con el verbo arrepentido que lleva implícito la persuasión: "No volverá a ocurrir más. Sabes que te quiero".

Entretanto, el PP espera, aguarda el momento adecuado para robar a la novia y cambiar el rumbo de una historia de desencuentros disimulados que, con mucha probabilidad, pueden tener su desenlace en Madrid. Ellos saben que es necesario esperar, aunque la certidumbre haya de verse siempre frustrada, pues, como dice el refrán, "la esperanza misma constituye una dicha, y sus fracasos, por frecuentes que sean, son menos horribles que su extinción".

No, no hay amor en los pactos. Muchas veces es solo placer.

@LuisfeblesC