Tira de una frase pronunciada por Thelonious Monk para reivindicar que él siempre toca la misma canción. Y es que flamenco y jazz conforman el eje cartesiano de un artista que el año pasado fue galardonado con el Premio Nacional de las Músicas Actuales. El perfil más flamenco de Jorge Pardo (1956) se apodera esta noche, a las 20:00 horas, del teatro Guimerá de la capital tinerfeña para dar volumen al III Festival Flamenco Romí. "Almas flamencas" es el título de un espectáculo que rendirá un homenaje a uno de los grandes de este género: "Aunque suene frío, a Paco de Lucía hay que alejarlo del mito", asegura un músico que compartió muchas vivencias con el compositor y guitarrista de Algeciras.

Galardones de ese nivel avalan que el trabajo realizado hasta la fecha ha sido valorado, ¿no?

Seguramente eso es así, aunque a mí no me gusta verlo desde esa perspectiva. Todo lo que he hecho a lo largo de mi vida lo hice sin entrar a valorar las consecuencias que iban a tener; sin la intención de sembrar nada que a la larga me diera algún fruto, sino por pura intuición y haciendo mucho caso a mis impulsos primarios.

Al margen del talento y de las horas que dedicó a su formación, ¿qué responsabilidad le otorga a la intuición en el desarrollo de su carrera?

La intuición es la suma final de esos dos valores y alguno más, pero yo me dejo guiar mucho por mis impulsos ante lo no razonable. A veces lo más lógico no es la solución adecuada y hay que dejarse llevar por esos impulsos.

¿Esos impulsos son válidos a la hora de generar las "alianzas" que ha desarrollado con artistas de primer nivel mundial?

Yo nunca he buscado esas aproximaciones a artistas más o menos conocidos... Todas esas relaciones se consolidaron de manera casual. En ese sentido, sí debo decir que este camino lo completé haciendo caso a aquel viejo dicho castellano que sostiene: Dios los cría y ellos se juntan (sonríe).

¿Qué faceta musical va a mostrar en su regreso a Tenerife?

Una que contiene unos tintes más flamencos que jazzísticos. El festival así lo exige y los compañeros de viaje también (Belén López, Saray Muñoz, Enrique "El Piculabe", Vivi Cádiz, Juan Jiménez, Pedro Jiménez, Josué Ronkio y "El Chispas"). El giro es claramente flamenco, pero como diría Thelonious Monk: "yo siempre toco la misma canción".

¿En su cabeza existe una línea divisoria que le guía unas veces al jazz y en ocasiones como las de hoy al flamenco?

Hace tiempo que perdí la percepción de estar haciendo flamenco o jazz... Obviamente si me marco un compás de bulerías sé que estoy por bulerías, y si me voy al blues eso es blues sí o sí. Lo que ocurre es que cuando haces blues es probable que te salgan cosas del flamenco y cuando entras en la bulería aparezcan algunos matices del jazz. ¡Entonces, ahí ya la hemos vuelto a liar!

¿Intimida el hecho de participar en un evento en el que se rinde un homenaje a Paco de Lucía?

Eso es algo que afronto con naturalidad gracias al recuerdo de las vivencias que compartí junto a él. Los años que yo estuve cerca de Paco fueron muy diferentes a los de su última época. El Paco de Lucía de los últimos 20 años ya estaba completamente asentado en lo que estaba haciendo y tenía un enorme reconocimiento internacional. El que yo conocí era distinto y las cosas no ocurrían exactamente de esa manera. El Paco de Lucía que yo disfruté todavía era un músico en plena evolución y experimentación; un artista que a veces se vio sorprendido por las reprimendas del público y de la prensa. Fue un ciclo en el que nos dejamos llevar por el vértigo del día a día.

¿Se ha acostumbrado a vivir sin él?

Aunque suene un poco frío, a Paco de Lucía hay que alejarlo del mito. El hecho de que sea humano, aunque muchos lo quieran colocar en un altar, hace más grande su obra. Aquí todos estamos de paso y no hay que darle más vueltas.

¿Y Jorge Pardo, a pesar de los premios, es un músico en plena experimentación?

Eso es algo placentero y que agradezco de corazón, pero no deja de ser un reconocimiento... Siempre he hecho lo que me dio la gana; los premios nunca desviaron mi atención. No me regodeo con mis logros porque mi vida es otra. Mi día a día está marcado por la emoción que me provoca descubrir un nuevo paisaje.

¿Hacer lo que le da la gana debe ser la felicidad extrema?

La felicidad perfecta no existe. Por muy bien que me vayan las cosas, hay días en los que tienes ganas de darle una patada a ese tarro y mandarlo todo a tomar por saco. Lo que sí siento es la presión de que muchos músicos jóvenes me miran como un referente. Procuro dar lo mejor que tengo para no decepcionarlos.