Picasso, Miró, Dalí, Ernst, Tanguy, Giacometti, Man Ray, Oppenheim, Hugo, Bellmer, Magritte o Chirico, además de Óscar Domínguez, fueron algunos de los veinte artistas cuyas obras formaron parte de la exposición surrealista que se celebró en el Ateneo de Santa Cruz entre el 11 y el 24 de mayo del año 1935, histórico acontecimiento que ha estudiado en profundidad y con rigor la profesora de Historia del Arte de la Universidad de La Laguna Pilar Carreño Corbella, quien ha publicado el libro "Los surrealistas en Tenerife" con motivo del ochenta aniversario de aquel hecho.

Este exhaustivo trabajo, que se presentará el próximo 28 de enero en la Librería La Central del Museo Reina Sofía de Madrid, algo que no podrá hacerse en el TEA por la falta de una fecha plausible para ello, recrea en sus casi trescientas páginas todo lo que aconteció antes, durante y después de la visita de los surrealistas André Breton, Jackeline Lamba y Benjamin Péret a la isla de Tenerife entre el 4 y el 27 de mayo de 1935, iniciativa cuyo artífice fue Óscar Domínguez.

También arroja luz sobre la exposición que se celebró en el desaparecido Ateneo de Santa Cruz entre el 11 y el 24 de mayo de 1935, todo un hito a nivel internacional porque reunió una colección de setenta y siete obras de lo más granado del surrealismo europeo.

"Cuando miro la documentación veo que siempre se visiona de pasada la exposición de Tenerife. Pero debido a las dudas que tenía me puse a investigar. Conocía toda la documentación de Eduardo Westerdhal, incluida la fotográfica, y también la de Óscar Domínguez. Ahí hay un binomio muy importante, porque encontré en la Biblioteca Jacques Doucet de París una carta de Domínguez a Bretón en el año 1934".

Al parecer, poco después, Domínguez se integró en el grupo surrealista, momento en el que se empezó a gestar la visita de Breton a la isla. "Creo que Domínguez, para ganar posiciones dentro del grupo, les habló de Tenerife, de las playas, de un lugar de ensueño, del trópico... Y les organizó un viaje. El contaba aquí con el apoyo del grupo de Gaceta de Arte y les escribió diciéndoles que Breton quería venir a la Isla, donde iba a traer una exposición surrealista, una película y ofrecer varias conferencias a cambio de los viajes y la estancia. Y claro, Westerdhal pensó que eso iba a salir carísimo".

El tema quedó estancado durante un mes, hasta que Westerdhal se movió entre sus amistades y la gente de Gaceta de Arte. Al final, consiguió una dos mil pesetas de la época. "Con ese dinero giraron una cantidad a París para los seguros de los cuadros, que luego se enteraron de que no lo hicieron. Consiguieron los pasajes gratis y comenzó la aventura. Los cuadros y fotografías que trajeron, setenta y siete, de los que he localizado cincuenta, están en los principales museos del mundo. El resto, a la espera de algún dato que certifique donde se encuentran actualmente".

Esta experta en surrealismo ha consultado numerosa y diversa documentación, entre prensa, correspondencia, anuncios, testimonios de los protagonistas, archivos y otros materiales que conforman la segunda parte del libro, cuyas páginas han sido impresas en color azul.

"Lo que hago en este libro es recrear aquella visita, a pesar de las dificultades que tuvieron, los momentos previos y posteriores, y la ruina que les dejó a todos los de Gaceta de Arte. Incluso acudieron a un prestamista para poder pagar las deudas que dejaron, porque no pagaron nada. Esto les obligó a suspender la edición de la revista durante unos meses. Hice un cálculo y fueron unas cuatro mil pesetas, entre otros gastos que se fueron subsanando".

Otra de las principales aportaciones novedosas de este estudio de Carreño es la reconstrucción en 3D del salón principal de la exposición que se celebró en el Ateneo de Santa Cruz, mediante el empleo de las nuevas tecnologías, en el que se ve gran parte de las obras que se expusieron, tarea para la que ha contado con el apoyo de dos amigos arquitectos.

Este trabajo también incluye documentación escrita y fotográfica inédita que la autora pone a disposición de futuros estudiosos del tema, material que ha conseguido en sus investigaciones tanto a nivel local, como nacional e internacional. "Por ejemplo, hay cartas inéditas de Bretón a Luis Buñuel en las que le solicita la película que trajo a Tenerife, La edad de oro, que al final no se estrenó por la polémica que surgió entre el diario católico La Gaceta de Tenerife y Gaceta de Arte".

Pilar Carreño destacó la honesta vocación por la cultura de aquellos intelectuales canarios. "Aquella gente hacía las cosas por vocación e incluso les costaba dinero. No era como ahora, que hay unos intereses mediatizados, sino que realmente creían en la cultura. Apostaron por una cultura muy de vanguardia, muy candente en ese momento. Se hacía cultura de calidad. Esta gente intentaba tener conexiones con las principales librerías, museos, coleccionistas y críticos del mundo. Es lo que más me ha llamado la atención de esta época, en la que los medios de comunicación eran lo que eran, todo era más lento...".

"Los surrealistas en Tenerife" también ofrece el día a día de aquella visita de Breton, Péret y Lamba, en la que recorrieron Santa Cruz, El Teide, el Jardín de Aclimatación de La Orotava y las playas de arenas negras que les "vendió" Domínguez en París. Breton escribió a su regreso a la capital gala "El castillo estrellado", en la que describe sus vivencias en la Isla.

Pilar Carreño Corbella

profesora de historia del arte de la ULL