Una de las maneras más inadvertidas de morir es hacerlo de éxito. Habitar el triunfo es como el relato del agua que se va calentando lentamente hasta ponerse a punto de ebullición mientras la rana que está dentro se guisa sin darse cuenta. La función bisagra que ha tenido el nacionalismo canario, que ha sacado histórico beneficio del antagonismo entre PP y el PSE, le ha provocado una laxitud política extraordinaria. Como en el caso de muchos hijos de multimillonarios, ¿para qué esforzarse si ya tienes todo lo que quieres a tu alcance?

La realidad es que Coalicion Canaria ha perdido masa muscular como partido. Existe porque tiene un sustrato de poder municipal -cada vez menor- que apoya electoralmente la gran superestructura que habita en el gobierno de las grandes instituciones. Los cargos del partido son los cargos públicos de los gobiernos. Pero una cosa es ser un partido en el poder (porque es lo que ambicionan todos) y otra muy distinta y mucho peor es ser un partido que viva del poder. Porque en este segundo caso, cuando lo pierdes dejas de existir.

En un momento dado, los nacionalistas conectaron perfectamente con los ciudadanos de las islas. Fueron la correa de transmisión de sus aspiraciones moviéndose en un sutil equilibrio entre el insularismo del que venían y el nuevo nacionalismo en el que aterrizaban. Pero los electores, enfriados por la distancia que supone ejercer el poder, poco a poco y en un lento goteo, empezaron a ausentarse. Primero en las elecciones generales y después en las autonómicas y municipales.

Que se hayan disparado ahora todas las alarmas en CC es lo normal. El misterio inexplicable es que no se haya producido antes. La indolente actitud de muchos dirigentes nacionalistas, que seguían gobernando pasara lo que pasara y fueran cuales fueran los resultados electorales, es un lujo que un partido no se puede permitir.

La pachorra parece haberse esfumado de un plumazo. Las últimas elecciones generales han sido como un aldabonazo en la mentalidad de los nuevos dirigentes de Coalicion. Están decididos a cambiar drásticamente la manera de hacer las cosas. Y para ello, supongo, tendrán que empezar por reconstruir el partido y hacerlo visible ante la sociedad.

Hay una aluminosis que afecta por igual al PSOE, al PP y a Coalición. Es el desgaste inducido por el hartazgo de una sociedad encandilada por las nuevas opciones políticas. Pero eso pasará. Ciudadanos y Podemos serán dentro de muy poco más de lo mismo (lo que no es peyorativo, sino inexorable). Lo que no pasará es la necesidad de la gente de encontrar políticos que les hablen en su mismo lenguaje y que se preocupen por su verdaderos problemas. El ensimismamiento del poder y los halagos de los parásitos de la corte son un dulce y peligroso veneno. A los nacionalistas canarios les conviene aplicarse el eslogan de su última campaña: de aquí en adelante más vale que se pongan las pilas.