Las salas Cabrera Pinto, en La Laguna, presentan el trabajo reciente de Juan Luis Alzola (Las Palmas de Gran Canaria, 1948), obras reunidas bajo el título "Difuso Patidifuso'' que permanecerán en este espacio expositivo hasta el 26 de marzo. Indagar en la obra de Alzola supone un ejercicio de curiosidad y paciencia. De curiosidad ante el espectáculo de las animaciones de su pintura, y de paciencia por el hecho de descubrir las diversas articulaciones en el intrincado puzle de sus formulaciones.

En esta muestra existen dos presentaciones evidentes. Una, la geométrica y compositiva en su definición básica, donde la triangulación asume un papel protagonista en la esquematización de las figuras, ligadas unas a otras en una comunidad de intereses como obligaciones contraídas por razones fundamentales. La otra, la del espacio-tiempo, donde se encajan y ubican los cuerpos en un ordenado "totum revolutum" y en donde se explicita el trato humano y el animal en sus relaciones de distancias cercanas y cortas.

Las "trilogías faciales" adquieren en la muestra un papel determinante, composiciones en las que el pintor articula varias cabezas de perfil en un mismo plano. Tres o cuatro recortables que, caídos sobre el lienzo, pugnan por encontrar su lugar; cabezas humanas y animales; intercambiables; el hocico de un perro que constituye el ojo de un hombre... Imágenes que nos devuelven a las miradas del proceso creativo.

Hay un tercer grupo, bajo el título genérico "Campo gradual", que encierra el código objetual de toda esta producción. Las piezas y el tablero, el objeto de reflexión del pintor, que no es otro que la mente humana que se representa, a partir de planos de color, como una cabeza de un animal vista de frente, despojadas de todo adorno, carentes de expresión, recortadas contra el vacío. Fotogramas de un instante a los que el pintor se aferra. Alzola introduce la "Trilogía facial recta" y la "Trilogía facial simple" para devolver la mirada al tablero. El triángulo juega un papel esencial; el tres recorre toda la muestra y la acompaña, como en los movimientos del caballo en el ajedrez, a lo largo de este juego pictórico.