El convento de Santa Catalina de Siena es como un mundo aparte en mitad del casco de La Laguna. "Una ciudad dentro de la ciudad", según dice su superiora, sor María Cleofé López. Allí, intramuros, avanzan poco a poco, arreglo a arreglo, unas obras de restauración cuya fase inicial arrancó a finales de los años 90. La pasada semana fue anunciada la culminación de la primera subfase de la cuarta etapa. O lo que es lo mismo: está terminada una de las tres alas del antiguo noviciado.

Si el convento es una ciudad dentro de la ciudad, el noviciado es como un convento dentro del convento. Era el lugar de las novicias, y el paso del tiempo lo ha llevado a un estado ruinoso del que ahora va saliendo. Uno de los responsables de que eso haya sido posible es el arquitecto Sebastián Matías Delgado, que aclara que la remodelación de Las Catalinas, como popularmente se conoce a este inmueble religioso y a su congregación, se ha hecho a través de un plan director de cuatro fases. La última de ellas es esa del noviciado, que, a su vez, se divide en tres, una por ala.

Terminada la primera -de en torno a un millón de euros-, siguen quedando dos. En la segunda ya se está trabajando y la otra espera. El objetivo final es que la especie de "U" que forman los tres módulos del antiguo noviciado alberguen un museo al que se pueda acceder desde la calle. Pero para eso es necesario que las dos partes restantes recuperen su mejor versión, tal como ha ocurrido con el ala de Deán Palahí (mejora del pavimento, labores de carpintería, reconstrucción de aleros, pintura o actuaciones en la accesibilidad del edificio, entre otras cosas).

El Cabildo de Tenerife, el Ayuntamiento de La Laguna y el Obispado son las instituciones que han participado en las obras en lo que a financiación se refiere. "Desde mi punto de vista ha quedado muy bien; es muy reconfortante", explica el arquitecto cuando se le pregunta por su grado de satisfacción con el acabado de la última subfase realizada, que se empezó el pasado año, cuando también se pusieron en marcha unas obras de emergencia por un muro interior que amenazaba con desplomarse. Hecho todo eso, siguen los trabajos. Paso a paso.

Historia: un convento de principios del siglo XVII

Los orígenes del convento de Santa Catalina de Siena están en los comienzos del siglo XVII. Según recoge "La Laguna: guía histórica y monumental", el catálogo minucioso que sobre la ciudad y su entorno hizo Alejandro Cioranescu, este inició su actividad en 1611. "La intención de fundar un convento de monjas en la ciudad era, sin embargo, muy anterior a esta fecha", apunta el escritor e historiador de origen rumano, que añade que la iglesia fue construida "más o menos" por los mismos años. Precisa que hasta 100 monjas llegaron a vivir allí a finales del XVII.