"Esto es una golfería. Es indignante que unos pocos destrocen lo de todos". Este es el sentir generalizado de un pueblo, el de San Roque, que ayer se despertó con la indignación de ver cómo uno de los emblemas de La Laguna, la ermita de San Roque, se había convertido en pasto de los gamberros que amparados por la noche dejaron su fea marca entre los muros de esta parte importante del patrimonio lagunero.

Y así fue. Este bello inmueble de mediados del siglo XVI vio la luz del sol con grafitis en su parte frontal, uno de grandes dimensiones a cada lado de la puerta principal. El mal gusto de las pintadas es un hecho negativo más de lo que está sufriendo la ermita desde, al menos, el último año y medio, ya que los robos, destrozos a sus puertas o la desaparición de la piedra chasnera que adorna el jardín principal se están convirtiendo en algo cotidiano, explicó un vecino residente en la trasera de la ermita, que no quiso dar su nombre "no sea que la tomen con uno".

Otro denunció el continuo desmantelamiento de la piedra chasnera de los jardines y "el poco civismo que existe en el municipio. No sé dónde vamos a parar, pero esto no se puede permitir porque estamos hablando de una referencia histórica del pueblo y de toda La Laguna en general".

Otro consultado, que no le importó darse a conocer, Máximo González, no pudo esconder su enfado ante "otro nuevo atentado de los gamberros. Al final es mucho mejor no coger a ninguno de ellos porque entonces tendríamos un problema importante. Esto es una golfería".

El alcalde de La Laguna, José Alberto Díaz, también reprobó la acción y señaló que "hay personas incívicas que desconocen el coste del mantenimiento de un bien común. No se sienten propietarias de esa belleza colectiva y evidencian su falta de educación y su respeto a la comunidad a través de sus destrozos sobre las propiedades vecinales".