Tres de los cuatro encausados en el caso de los áridos de Güímar han preferido pagar un pastón en concepto de indemnizaciones (que servirán -se supone- para la restauración del barranco), a cambio de sufrir penas de prisión amortiguadas, de tan solo un año y medio, inferiores a las de dos años, que son las que se cumplen si no tienes antecedentes. Pedro Sicilia pagará casi 40 millones, 62 y medio Antonio Plasencia y poco menos de 63 millones José Enrique Morales. Al margen del suculento acuerdo de los empresarios con la fiscalía y la acusación particular, sólo ha quedado el empresario Francisco Javier del Rosario Fuentes, dueño de Áridos Atlánticos. El hombre no pudo o no quiso llegar a un acuerdo -quizá no tenga para pagar semejante morterada-, y es probable que acabe dando con sus huesos en chirona. Ayer fue la vista en la Audiencia, y parecía don Francisco Javier bastante resignado a lo inevitable. Los otros tres sólo tuvieron que entrar para firmar el acuerdo, ahorrándose el trago de ser interrogados.

Sin duda, para los que lograron juntar el dinero y pagar, se trata de un buen resultado: ellos ponen sobre la mesa la pasta suficiente para restaurar los barrancos, aunque -a falta de conocer la sentencia definitiva- lo que no sabemos es qué administración va a gestionar esos dineros, ni en base a qué proyecto de restauración, ni quien va a realizar los trabajos. Tendría su aquél que los propios empresarios -vinculados todos ellos al mundo de la construcción- recuperaran el dinero que han entregado, siendo los que realicen las obras. Pero eso es un asunto del que habrá que ocuparse más adelante. De momento, el destino de todos esos millones sigue siendo un misterio, que sólo la Audiencia será capaz de desvelar.

Desde el punto de vista del delito ecológico reiterado, provocado a lo largo de una purriada de años, también es una buena noticia que se hayan conseguido los recursos para reparar en parte el daño causado. Porque cuando algo se estropea, arreglarlo del todo suele resultar imposible. Personalmente tengo muchísimo interés -pero muchísimo- en conocer ese proyecto de recuperación ecológica, en el que se van a gastar 165 millones de euros, casi 27.000 millones de las antiguas pesetas, cantidad que traduzco a rubias, porque a partir de los 100.000 euros, ya me mareo. Me dice la cabeza que si el parné se lo dan a la alcaldesa de Güímar para administrarlo, podría pintar la isla entera de azul pitufo y le quedaría hasta para hacer el Parque Mililand de una tacada. Espero que vaya todo a tapar los enormes agujeros.

Y por último, una humilde reflexión: de verdad que me alegro por los que se rascaron el bolsillo y se libran. Pero no deja de parecerme un poco inmoral que esto acabe siendo una cuestión de los que pueden permitirse pagar y los que no pueden. Felicito al abogado de la acusación por haber cerrado una operación de esta magnitud, pero al final, lo que prevalece es la idea de que la Justicia resulta bastante permeable al inmenso poder del dinero. Si tienes pasta -en este caso mucha pasta-, parece que al final siempre te libras de lo más duro. No parece ese un buen mensaje social.