Después de la puesta en escena de su obra "La punta del iceberg", el dramaturgo Antonio Tabares (S/C de La Palma, 1973) sostiene que aquello significó el paso del Rubicón. "Ya no existe vuelta atrás". Al césar lo que es del césar.

Ahora, el hecho de que un hombre de teatro como Sergi Belbel, al frente de la compañía Excéntrica Producciones, vuelva a dirigir uno de sus libretos, en esta ocasión "Una hora en la vida de Stefan Zweig", viene a representar "todo un acontecimiento", por el honor de la representación y por la dimensión que supone entregarle al público la obra, trasladada del texto a la escena, que tal es su papel.

Tabares señala que Zweig, autor de "Cartas de una desconocida" o "24 horas en la vida de una mujer", título que lo inspiró, "ya me interesaba como autor y también toda la época de entreguerras en Europa, un periodo jugoso y variado", explica, al tiempo que se acercó al escritor no tanto llamado por "el último día de su vida, sino por la relación del artista con el poder". Y desde ese planteamiento fue la propia dinámica de la historia y los mismos personajes quienes lo fueron conduciendo hacia el mortal desenlace.

En la tarde del 22 de febrero de 1942, en su exilio brasileño, el famoso escritor austriaco se quitaba la vida en compañía de su segunda esposa y secretaria, Lotte Altmann, una mujer 27 años más joven que él.

La obra escrita por el dramaturgo palmero recrea, en clave de ficción, los últimos momentos del artista, cuando el matrimonio prepara, con calculada meticulosidad, todos los detalles de su suicidio. Zweig escribe las últimas cartas que aclararán todo lo que está a punto de suceder, dejando claro su descontento por lo que había pasado con la Europa que él conoció. La dosis de veneno está preparada y mientras tanto Lotte le va leyendo amorosamente la carta con la que se despedirán del mundo. Hasta que un exiliado judío, recién llegado de Europa, se presenta en la casa y llama a la puerta.

"Me permití la licencia de incorporar este tercer personaje a la historia", producto de su invención y de nombre Samuel Fridman, a quien retrata como "un hombre atormentado, sombrío", con un indisimulado interés por una lámina de William Blake que durante años perteneció a Zweig y que se enfrenta con sus fantasmas.

Tabares precisa cómo la obra "comienza con un tono pesimista, pero termina con una especie de rayo de luz al amanecer", en la idea que sostiene el dramaturgo de mostrar una manera de enfrentarse a la muerte que puede resultar hasta bella y que él traduce como "un tránsito". Eso sí, ha evitado el riesgo de traducir la muerte desde el morbo, huyendo de lo frívolo. "A mis personajes los trato con respeto".

Y termina Tabares con una reflexión del propio Zweig: "La vida se ha convertido en algo más terrible que la propia muerte".

ficha técnica

Texto: Antonio Tabares

Dirección: Sergi Belbel

Intérpretes: Roberto

Quintana, Celia Vioque

y Gregor Acuña-Pohl

Ayudante de dirección: Antonio Calvo

Espacio Escénico: Max Glaenzel y Josep Iglesias, José W. Paredes

Iluminación:

María Viñuela

Vestuario:

Carmen de Giles

Espacio sonoro: Jordi Bonet

Diseño gráfico:

Ana Ropa

Fotografía: María Testino, Pablo Bravo-Ferrer

Estilo: Manolo Cortés

Producción ejecutiva:

Rafael Herrera

Colaboran: Sala Beckett, UnaHoraMenos, ICAS, INAEM y Ayto. Sevilla

Compañía:

Excéntrica Producciones

Lugar: Auditorio de

El Sauzal

Hora: 20:30

Día: 30 de enero