Media entrada en el campo de fútbol de Santa María del Mar para asistir a la asamblea vecinal convocada ayer. Lolo Dorta, presidente de la Asociación Cultural Tres Barrios, su gran promotor, llevaba un mes buzoneando, divulgando en los medios de comunicación y repartiendo carteles para una cita que creció exponencialmente con los días y a la que acudió casi todo el mundo, pero todavía no está muy claro para qué. Cada uno fue a lo suyo.

Primó el sentido anarquista y primitivo del grito de rebeldía de unos barrios que se sienten marginados sobre otro tipo de resultados tangibles. Aunque algunas propuestas datan nada menos que de 2003, había ganas de "decírselas en la cara a los políticos" y la promesa de elevar al Parlamento todo lo que saliera de "la voz del pueblo". Un buen título.

Activistas sociales de toda condición, representantes de colectivos variopintos, vecinales, sociales y culturales, o de ONG. No solo del Suroeste, sino de todo el municipio. Sumen -hasta llegar a 130 personas- curiosos, vecinos del entorno atraídos por lo inusual de ver a tanta gente, medios de comunicación y políticos.

Muchos políticos. De todos los partidos, y, sobre todo, concejales del Ayuntamiento de Santa Cruz como la de Deportes, Verónica Meseguer; el de Servicios Públicos, Dámaso Arteaga, objeto de la mayoría de los "dardos"; el de Obras, José Alberto Díaz-Estébanez; el de Urbanismo, el popular Carlos Garcinuño y -no podía faltar al jugar de local- la del Distrito, Gladis de León. Algún apoyo del Cabildo como Efraín Medina y su cara amable. Pero no solo del grupo de gobierno. También de la oposición. Del PSOE, Sí se Puede e Izquierda Unida. Casi las mismas caras del pleno de por la mañana.

Tuvieron que aguantar críticas por falta de servicios básicos, equipamientos, dotaciones o, simplemente, un lugar donde reunirse jóvenes o mayores. Desde el saneamiento del bloque 7 de Somosierra hasta la intervención de una vecina de La Salud y peticionaria de vivienda que se derrumbó de dolor.

Buena idea, Lolo: dar voz a los vecinos para acercarlos a los colectivos y viceversa. En tres minutos, aunque algunos se pasaran de tiempo. Propuestas, quejas, sugerencias, reclamaciones... De todo, un rebumbio en el Suroeste.