Dos de cada tres productos alimenticios contiene un exceso de grasas saturadas, según un estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), que advierte de que los sellos de sociedades científicas en los envases "no son garantía" de una composición nutricional más saludable.

El estudio, según apunta la OCU en un comunicado, ha sido realizado sobre un total de 69 productos comprados en octubre para analizar no solo la cantidad, sino también la calidad de las grasas empleadas en su fabricación.

La organización recuerda que desde 2014 los fabricantes tienen la obligación de incluir en las etiquetas de los productos el origen botánico de estas grasas, y apunta que lo que más interesa no es el nombre de la planta empleada sino el perfil de ácidos grasos, "siendo las grasas saturadas las menos indicadas para una correcta salud cardiovascular".

Asimismo, advierte de que los sellos de sociedades científicas en los envases "no garantizan ni mucho menos que el producto tenga una composición nutricional más saludable".

En este sentido, explica que algunos de estos sellos "amparan" productos con un 30 % de grasas saturadas o con un contenido en azúcares superior al 20 %.

El estudio indica que la mayoría de productos con bajos niveles de grasas saturadas contiene aceite de girasol, mientras que en aquellos que tienen mayores niveles de grasas saturadas predominan los aceites de coco y de palma.

En cuanto a la presencia de grasas artificiales "trans", se detectaron solo en 8 de los 69 productos y en cantidades pequeñas sin efectos para la salud.

La OCU mantiene que no se trata de desterrar las grasas de la dieta, ya que el cuerpo humano las necesita para absorber las vitaminas A, D, E o K, por ejemplo, y, además, cumplen "determinadas funciones en los propios alimentos como retener el agua en los mismos o aportar volumen a los productos esponjosos".

Así las cosas, la organización apunta que hay que consumirlas "en su justa medida" sin que superen un tercio del total de calorías diarias.

El estudio también destaca que entre los productos "aparentemente similares" existen diferencias importantes en cuanto a la cantidad de grasas saturadas que incorporan, "siendo la diferencia de hasta tres veces superior en función de la marca analizada".