Los filósofos Raymond Aron y Sartre estudiaban en Alemania cuando el ascenso de los nazis al poder. Aron vaticinó el fin de la democracia y el terror que se avecinaba. Sartre en Berlín no observó nada que le llamara la atención.

Cuando la invasión de Francia, Aron se alistó en la fuerza aérea y terminó en Londres con las fuerzas de Francia libre, Sartre siguió imperturbable con su vida bohemia e intelectual ordinaria en París. Allí habían quedado (los surrealistas se fueron todos) Picasso, Oscar Domínguez, Simone de Beauvoir que pudieron conocer al gran escritor Ernst Jünger, comandante del ejército alemán. Además no paraba de estrenar y publicar. También pululaba por allí Albert Camus, aunque estaba en la Resistencia publicando Combat. Sartre en vísperas o al tiempo del desembarco en Normandía se volvió "resistente" como la mayoría de los franceses. Esta trayectoria le permitió su transubstanciación en pro comunista acérrimo y luego apóstol de la violencia revolucionaria, además de fan de la revolución cultural china.

Albert Camus siguió coherente con su trayectoria, mimado -era más joven- por Sartre y compañía dejó de serlo radicalmente con su publicación de "El hombre rebelde". Se trata de un alegato contra el nihilismo y la negación de cualquier valor; la rebelión metafísica supone, ante la pérdida de Dios, no asumir la condición mortal y limitada del hombre. No como ocurre con los revolucionarios encastillados en el mito de Prometeo, que usurpó el fuego de los dioses, pretendiendo que los mortales fueran iguales. Camus frente al nihilismo (que la revolución bolchevique exacerbó) oponía el valor de la rebelión como unidad con el ser humano. A mí me sirvió para comprender mejor lo que intuía: la irresignación del ser humano ante la pérdida de dios, y su sed de absoluto.

"El Hombre rebelde" se publicó en 1951. En Les Temps Modernes que dirige Sartre hay una crítica inmisericorde del libro. Ha ido demasiado lejos el combatiente de la Resistencia y autor de El Extranjero osando hacer una crítica aguda y acerada de la Revolución rusa.

La intelectualidad de izquierda no deja de ser el gran rebaño del Barrio Latino, que es también el espacio intelectual de Camus. Queda proscrito y defenestrado; actúan como los soviéticos.

Se complicó cuando el rebaño intelectual apoya la independencia de Argelia, Camus es argelino, como millón y medio de ellos de origen francés, y dijo aquello de "entre mi madre y Argelia (independiente) elijo mi madre". Hoy Sartre está desaparecido. Camus es presente y futuro.