Pablo Iglesias escenificó ayer una contraprogramación política (hay que ver lo que ha aprendido de la televisión iraní) para robarle protagonismo a la actualidad. Y para echar presión sobre la espalda de Pedro Sánchez con unas lacrimógenas manifestaciones de incredulidad por la insensibilidad de los socialistas ante la "generosa" oferta negociadora de Podemos.

A esas horas ya se conocía que Rajoy había salido noqueado de su entrevista con Felipe VI. Y que el rey, acabada su paciencia cuarenta y cinco días después de las elecciones, iba a proponer como candidato a la investidura a Pedro Sánchez. Así que el equipo mediático de Podemos se puso a la faena y colocó la cuña de la apresurada comparecencia de su líder.

Iglesias criticó ayer que Podemos haya tendido la mano "abiertamente" a Pedro Sánchez sin que éste haya respondido apresuradamente a la sonrisa del destino. Lo que pasa es que se le olvidaron algunos pequeños detalles. Por ejemplo que el pacto a la izquierda está gravemente dificultado por el compromiso que Podemos tiene con los procesos de autodeterminación. No es una casualidad que en su propuesta de gobierno y de reparto de carteras Iglesias haya deslizado el nombre de un supuesto ministerio de Plurinacionalidad, el taller de montaje de los futuro procesos soberanistas.

Pablo Iglesias citó a Bertorld Brecht para decir que cuando la hipocresía ya es de mala calidad, es tiempo de decir la verdad. Pero Brecht también dijo que si la gente quiere ver las cosas que puede entender no tendrían que ir al teatro sino al cuarto de baño. Los políticos españoles no están a la altura de lo que necesitamos. Ya no digo merecemos. Ni los viejos ni los nuevos. Están más preocupados por su propio culo que por el país.

Dice bien Iglesias en que hay que acabar con la hipocresía. Podemos predica con el ejemplo poniendo sobre la mesa su petición de los ministerios de Justicia, Defensa e Interior. Más claro,el agua. No se trata del rescate social, sino del cambio del Estado, del asalto al cielo, de la toma de los poderes del Estado para un cambio desde dentro. Es asombroso que Pablo Iglesias se asombre de que en el PSOE hayan saltado todas las alarmas. Tan solo la debilidad de Pedro Sánchez y su necesidad de conseguir un pacto que le invista presidente al precio que sea, ha impedido que el líder socialista le mandara a freír puñetas, sin hipocresía, después de la OPA hostil, la oferta pública de acuerdo político que le hizo Podemos a los socialistas a través de los medios de comunicación.

La investidura de Pedro Sánchez será imposible si no hay renuncia de los partidos soberanistas. Y la pelota para desbloquear una mayoría de gobierno está en el tejado de los socios territoriales de Podemos. Tal vez por eso Pablo Iglesias salió ayer para echar presión sobre los socialistas echándoles la culpa de no aceptar sus propuestas. Porque lo sabe. Y por eso sonó un poco más cabreado que de costumbre.