José Antonio Molina Luis, sobrino del aparejador municipal del Ayuntamiento de Arona, realizó ayer declaraciones "explosivas" en contra de su tío, Roberto de Luis, y de la supuesta trama de corrupción existente en dicho consistorio en la década entre 1990 y 2000, antes de que se destapara el escándalo que ahora se juzga.

Molina dijo que en esos 10 años acompañó a su tío a reuniones y a cobrar los "regalos" que le hacían algunos empresarios. El sobrino dijo que ejercía de chófer del aparejador, que nunca recibió dinero alguno de esas conductas irregulares y que su tío se jactaba de "lo que hacía y el poder que tenía". Molina afirmó que su tío cobraba dinero por dar informes favorables a edificios con exceso de volumetría, con irregularidades en su distribución o levantados en terrenos no habilitados para ese uso. Apuntó que Roberto de Luis "extorsionaba" a promotores para que contrataran a los arquitectos que él controlaba. Según Molina, De Luis primero suministraba proyectos a Jorge Menéndez y Antonio Tolosa. Y después encargó menos a los anteriores y empezó a aportar proyectos a un tercer arquitecto, Zenón Rodríguez Neris. En diciembre de 1990, Molina organizó una reunión en un restaurante de la calle La X, en Santa Cruz. En esa reunión estuvieron De Luis, Zenón y el aparejador Víctor Hernández, excuñado de Molina. En ese encuentro, las partes acordaron que Zenón y Víctor harían proyectos "desviados" por el aparejador municipal a cambio de que este último recibiera un 17% de comisión. Al parecer, ese porcentaje subió después a un 25 por ciento.

Molina dijo que su tío le confesó que él pagaba a Félix Sierra y este repartía el dinero entre varios concejales, a los que daba igual lo que dijera el dictamen: siempre votarían a favor de otorgar la licencia irregular. Y añadió que en ese engranaje el secretario fallecido era una pieza fundamental. Y también le dijo que, cuando no tenía confianza con un promotor, el encargado de cobrar "la mordida" era el empresario Arsenio Zamora. Para De Luis, la técnico Manuela Melo era un obstáculo. Molina dijo a la fiscal que, aunque no hizo nada, por dos veces advirtió a González Reverón de dicha supuesta trama en una reunión en la que estuvo un periodista y la entonces jefe de Prensa de Arona (Blanca Salazar).

El sobrino dijo que era imposible que con el sueldo que tenía su tío llegara a tener un patrimonio inmobiliario y automovilístico como el que acumuló, cuando vivía en un piso de alquiler y los estudios se los pagó la hermana (madre de José Molina). Dicho testigo afirmó que el dueño del hotel Paradise Park regaló un Porsche a su tío, un Mercedes al secretario y otro coche a un alcalde anterior a González Reverón. Una empresa gallega compró el Porsche en Alemania y lo llevó a Madrid, donde se hizo la entrega a De Luis. El asesor fiscal de De Luis y Zenón les dijo que sus operaciones con talones "cantaban mucho" y que debían tomar medidas para despistar. Molina señaló que el arquitecto Alexis Hernández le dijo que, junto a un empresario, se reunió una vez con Manuel Barrios para edificar un colegio privado y la exigencia del político por facilitar las gestiones del proyecto fueron unos 25 millones de pesetas. Una vez que Molina llevó a su tío a casa del promotor Pedro Suárez (dueño de Gomasper), De Luis regresó al coche con un maletín con muchos millones y se los enseñó al sobrino. Según Molina, Suárez era muy desconfiado y evitaba que hubiera testigos de esos sobornos. El principal testigo de ayer dijo que la mujer de Zenón es aparejadora y trabaja para el Gobierno canario. Molina dijo que, por avaricia, Zenón rompió relaciones laborales con su excuñado (Víctor Hernández) y los trabajos se los hacía su esposa, que dedicaba tiempo de su función en el Gobierno canario a supervisar obras de su marido.

Molina no denunció ante la Justicia

La fiscal y las defensas preguntaron a Molina Luis por qué no denunció en un juzgado los sobornos de los que acabó asqueado. Pero Molina Luis se limitó a decir que lo expuso en un periódico y al excalde procesado en este caso. Negó que en su declaración le haya movido la rabia o la venganza hacia su tío. Molina fue condenado por quebrantar una condena por violencia de género y llegó a estar en la cárcel. También ingresó en prisión 10 meses por un caso de tráfico de droga. En ese tiempo, Molina dijo que fue amenazado de muerte por dos presos si seguía declarando en el caso Arona. Otra vez le apareció un conejo despellejado en la puerta de su empresa con una nota y también fue amenazado por internet.

"Bajó al archivo y quitó el dictamen negativo"

Siempre en base a lo que le dijo supuestamente Roberto de Luis, Molina afirmó ayer que su tío se jactaba de que, si no amañaba un expediente, bajaba al archivo, quitaba el dictamen contrario y lo destruía. Reconoció que solo una vez fue a cobrar a un empresario la "comisión" de un millón de pesetas, que se repartió a partes iguales entre el edil de Deportes y el de Basura hace dos décadas. A preguntas de la acusación, dijo Molina que se hizo la vista gorda en los hoteles Paradise Park, Bitácora, Vulcano o Noelia, por ejemplo. Añadió que, a veces, otro procesado, el arquitecto Eliseo de la Rosa, se adelantaba a su tío para cobrar sobornos.

De cobros en plural al cobro en singular

La declaración de Molina ante las defensas se tambaleó algo. No se acordó si en la reunión con González Reverón estuvo Blanca Salazar (entonces jefa de Prensa) u otra periodista (Belén Molina). Tampoco se aclaró cuando la abogada Olga López le preguntó cómo Félix Sierra iba a repartir el dinero entre otros ediles del PP cuando solo él estaba por ese partido en el consistorio. Los acusados se alborozaron cuando un abogado defensor hizo entrar en contradicción a Molina, que negó que hubiese hecho "los cobros" para su tío (en plural, como dijo en un juicio), frente a lo que dijo ayer, es decir, que solo hizo uno.