En relación al artículo "Medio siglo quemando fuel", publicado el 21 de enero, nos gustaría hacer algunas puntualizaciones con el objetivo de complementar o contraponer algunas reflexiones que se hacen en dicho artículo y que consideramos injustificadas y erróneas.

Constituye un hecho incontestable que Canarias lleva muchas décadas basando su modelo energético y su producción eléctrica en la combustión de fuel, así como que el impacto de esa combustión en el medio es extraordinariamente dañino.

Lo que sorprende y resulta del todo incomprensible es que el artículo señale y resalte que esta nefasta realidad haya estado acompañada por el "silencio de los ecologistas", dejando incluso entrever que la oposición a proyectos como la introducción al gas natural o la incineración de biomasa puedan ser la causa de seguir atados al combustible más contaminante.

Desde nuestro punto de vista, la única causa de mantener este modelo tan dependiente del petróleo es la ausencia histórica de una verdadera voluntad política que propiciara la sustitución progresiva de los combustibles fósiles. Esta falta de voluntad se ha traducido en una nula planificación en las Islas, encaminada a impulsar las tecnologías limpias y renovables con el que conseguir un mix energético menos dependiente del petróleo. Esta desastrosa planificación se ha producido reiteradamente, legislatura tras legislatura, de una forma tan significada que lleva ineludiblemente a pensar que las decisiones en materia energética en Canarias han estado exclusivamente orientadas a satisfacer los intereses económicos de la empresa que ha ejercido el monopolio eléctrico en nuestra comunidad autónoma.

Tampoco resulta fácil de comprender las alusiones a una supuesta pasividad reivindicativa y ausencia de movilizaciones sociales que denuncien las consecuencias negativas de perpetuar el petróleo en nuestro modelo energético.

Podemos asegurar sin ningún temor a equivocarnos que si hay alguna campaña que el movimiento ecologista mantiene año tras año durante las últimas décadas, es la lucha contra este modelo energético y contra los efectos que este modelo produce en forma de calentamiento global y cambio climático.

Tanto en la oposición a la construcción de nuevas infraestructuras eléctricas (centrales, turbinas, tendidos,...), como en la defensa de otro modelo de transporte o en el reciente y masivo rechazo a los proyectos petroleros de Repsol, siempre hemos hecho especial hincapié en denunciar el error y la irresponsabilidad histórica que supone seguir apostando por el mismo modelo de los últimos 50 años.

Efectivamente, el movimiento ecologista se opone frontalmente a la introducción del gas natural en Canarias, y se opone porque está convencido que no representa ninguna solución a los problemas energéticos y ambientales de las Islas: aumenta la dependencia del exterior, es un recurso limitado con fecha de caducidad y contribuye al calentamiento global y al cambio climático.

Muy al contrario, consideramos que supondría un enorme obstáculo en el camino de un modelo energético 100% renovable, ya que, si tenemos en cuenta la amortización de las inversiones millonarias para introducir el gas natural, ésta por si sola sería el freno al objetivo de máxima implantación de energías limpias.

Efectivamente, nos oponemos a las plantas de incineración de biomasa previstas en las islas de Gran Canaria y Tenerife, y no solo porque, como queda demostrado, provoca una contaminación del aire incompatible con el cuidado y la salud de las personas. Nos oponemos porque, lejos de ser una forma limpia y ecológica de producir energía, es una actividad con un balance de emisiones nada favorable ya que se quemarían principalmente residuos forestales provenientes de América y África, consumiendo grandes cantidades de petróleo para su transporte.

Nos oponemos porque vuelve a ser otro parche más en la planificación energética con el único propósito de participar en el reparto de subvenciones europeas destinadas a esta actividad industrial.

Además, rechazamos estos proyectos porque quemar materia orgánica es una política irresponsable en regiones como Canarias, donde el porcentaje de territorio con muy alto riesgo de desertificación es aproximadamente el 70%, superando al resto de comunidades autónomas. Los restos forestales y agrícolas son un recurso vital para mejorar la calidad de nuestros suelos, especialmente aquellos suelos de producción agrícola con los que aumentar nuestra autosuficiencia alimentaria.

En definitiva, las condiciones naturales hacen que nuestro archipiélago sea un paraíso para las energías renovables y no debemos seguir perdiendo tiempo y recursos económicos en proyectos que siguen dificultando la transición hacia un modelo energético ambientalmente más sostenible y socialmente más justo.