La Palma se está quedando sin miel. Los principales apicultores reconocen que las existencias de la cosecha del pasado verano está prácticamente agotadas y que la sequía y las enfermedades que afectan a las abejas, sobre todo la varroa, impiden reponer las colmenas.

Guillermo, uno de los responsable de Miel Tagoja, una de las mejores mieles de Canarias con innumerables reconocimientos, admitió a EL DÍA que "estamos estirando la poca miel que nos queda para cumplir con los contratos que tenemos firmados con nuestros clientes. Tendré miel para dos veces y estirando todo lo que pueda. Y estamos en febrero y la próxima cosecha será a finales de junio, si es que se logra sacar algo. La cosa está crítica".

Pero no es tan solo la miel, este experto apicultor señala que además de la disminución de la producción "también está la pérdida de colmenas. Yo he perdido muchas; luego otra gente ha tenido pocas bajas. Dependiendo las zonas". Eso sí, la escasez de miel "está siendo generalizada".

La SAT Apicultores de La Palma, que comercializan bajo la marca Miel Taburiente, otro producto exquisito, se encuentra en la misma situación. Diego, uno de sus apicultores, subraya que "miel ya nos queda muy poca. Las existencias del año pasado están prácticamente liquidadas. Mucha gente nos está preguntando por miel porque la situación de escasez es generalizada en toda la Isla".

En la misma línea, advierte de que "2015 fue muy seco y las cosechas son las que son. También han influido mucho las enfermedades, sobre todo la varroa, que ha hecho bastante daño".

En el Centro Especial de Empleo La Destiladera, empresa promovida por el Ayuntamiento de Breña Alta, la escasez de miel también tiene su repercusión. Esta entidad no es propietaria de ninguna colmena, sino que cuenta con una sala de extracción que ofrece a los pequeños y medianos apicultores, además del envasado y etiquetado de su producto, con un registro sanitario para el proceso de comercialización.

Su gerente señala que "para producir miel tiene que haber floración y con la climatología que ha habido, que prácticamente no ha llovido, evidentemente las abejas a duras penas pueden elaborar miel. A su vez, al estar desnutridas, por decirlo de alguna forma, tienen más enfermedades".

En la misma línea, señala que "un apicultor que quizás pueda sacar dos cosechas al año, lo que hacen es dejar quietas las colmenas, están casi vacías y no les merece sacar la poca miel que tienen para traerla a envasar".