El Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria, en Tenerife, ha realizado desde 2009 unas 120 operaciones de cirugía citorreductora y quimioterapia hipertérmica intraoperatoria, una técnica que puede aumentar la supervivencia y calidad de vida de pacientes afectados por tumores abdominales.

Vanessa Concepción, responsable de la Unidad de Carcinomatosis del citado hospital universitario, que se engloba en la Unidad de Cirugía Esofagogástrica dirigida por Marcos Alonso, explica que cuando se produce un cáncer abdominal, como los de colon, apéndice y ovarios, se puede extender como una carcinomatosis peritoneal, que consiste en la aparición de múltiples nódulos en la superficie del peritoneo (la capa que recubre todos los órganos abdominales).

Hasta hace una década cuando esto sucedía la supervivencia del paciente era limitada a unos meses, un tiempo que ha aumentado a varios años con la introducción de los nuevos tratamientos de quimioterapia y de este tipo de cirugía, con la que se eliminan los nódulos malignos al quitar el peritoneo o los órganos afectados por ellos en intestino, ovarios, vesícula, estómago o bazo.

Es un tipo de cirugía que no se puede realizar cuando hay una invasión completa del órgano, afecta a todo el intestino, la capa que rodea los vasos que llevan la sangre al hígado o los que irrigan el intestino.

El objetivo es extirpar con cirugía toda la enfermedad cancerígena visible para después, pero en el mismo acto quirúrgico, aplicar la quimioterapia sobre las células malignas que puedan mantenerse.

Para ello se introduce líquido caliente en el abdomen gracias a una máquina que va calentando el fluido con la quimioterapia precisa a unos 42 grados de temperatura, en una sesión que puede prolongarse hasta hora y media.

Esta quimioterapia no es un sustituto de la convencional intravenosa, sino que ayuda a pacientes en los que la tradicional no llega bien al peritoneo, y supone "un paso más para conseguir una mayor supervivencia", señala Vanessa Concepción.

La cirugía citorreductora se aplica en un estado avanzado del cáncer "y no es una técnica milagro", pero puede prolongar la expectativa de vida a cinco o seis años, y Concepción reitera que no se puede realizar cuando la enfermedad se ha extendido al pulmón, cerebro o huesos.

Es una cirugía de riesgo y con un alto índice de complicaciones, pues hay que estar preparado para extirpar nódulos que pueden estar localizados debajo del diafragma, sobre el estómago, el bazo, los intestinos o sobre la aorta y la cava, los vasos sanguíneos más importantes del cuerpo.

Es una técnica difícil de realizar y que precisa de un entrenamiento elevado, además de requerir un equipo coordinado de cirujanos y ginecólogos oncológicos como el de Alfonso Quesada y José Antonio Pérez.