Sabe que se mueve en un terreno de gran profundidad, en un espacio en el que lo económico, lo artístico y lo deportivo se unen en busca de una rentabilidad que se traduce en unos beneficios económicos y personales. "No son áreas tan distintas como parecen; las tres tienen sus particularidades, pero al final siempre acaba apareciendo un nexo", reconoce María Teresa Lorenzo, consejera de Turismo, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, en una conversación que nace bajo los focos de las buenas sensaciones que se recogieron tras difundir la marca canaria en el Festival de Cine de Berlín. "El cine es un reclamo turístico irrenunciable", afirma en un diálogo abierto en el que inevitablemente acaban apareciendo temas que condicionan el pulso cultural regional.

¿Qué valoración hace de los contactos que se establecieron en la Berlinale?

Esos resultados hay que medirlos en los próximos meses, pero por primera vez Canarias acudió a un festival de cine con todas sus propuestas bajo el mismo paraguas. En Alemania presentamos el proyecto "The smart filming" y unos incentivos fiscales que se elaboraron en unas mesas de trabajo en las que participaron la administración pública y representantes del sector privado audiovisual de las Islas. Hemos insistido en las 10 razones por las que tienen que venir a rodar a Canarias y en las ventajas fiscales, cuya principal novedad es que hemos aplicado una deducción por inversión en el impuesto de sociedades de 20 puntos porcentuales más. Si en la Península existe un 20%, en las Islas estamos entre el 38 y 40%.

¿La estrategia de asegurarse la atención de los productores con esas ventajas fiscales, pues, continúa siendo el gancho principal?

Eso es lo que nos han transmitido muchos profesionales en las casi 80 reuniones que mantuvimos en la Berlinale. Las ventajas que oferta la ZEC, que tiene una tributación en el impuesto de sociedades del 4%, y del Régimen Económico y Fiscal nos posicionan en un punto de partida ventajoso. El potencial audiovisual de Canarias no es cuestionable. Estar en películas que tienen un elevado recorrido internacional nos consolida como un destino estratégico de primer nivel.

¿Hay que entender los pasos que se están dando como una apuesta por el cine para convertirlo en una pieza más a incorporar al motor turístico-económico canario?

Esa es la clave principal del potencial que tienen las Islas como plató natural... La industria cinematográfica tiene mucho que aportar a la diversificación económica de esta comunidad. Además, el cine es un reclamo turístico irrenunciable.

¿Los creadores locales inciden en la idea de que no hay que confundir el cine que se hace en Canarias con el cine canario?

Este gobierno es muy consciente de las necesidades que tiene el sector audiovisual de Canarias y se ha interesado en conocer los problemas que afectan a un colectivo que en los últimos años perdió las ayudas destinadas a la creación cultural. Además, tampoco llegaron las ayudas de la Televisión Canaria que por ley le corresponden, es decir, que al no contar con esos dos canales de financiación tampoco pudieron acceder a las ayudas del ministerio. Todo eso hizo un flaco favor a la creación audiovisual canaria. El compromiso de este Gobierno es volver a instaurar las subvenciones a la creación cultural canaria, pero este primer presupuesto no ha sido expansivo porque en lo único que ha crecido fue en las áreas de educación, sanidad y políticas sociales. Aún así desde Economía se ha sumado una pequeña partida al presupuesto de 2016 (unos 160.000 euros) y se está negociando para poder intentar dotar a la creación cultural de unas ayudas que consideramos fundamentales. Es verdad que tenemos unos rodajes nacionales e internacionales que ponen en valor los paisajes del Archipiélago, pero la mirada canaria no está presente en los grandes rodajes y eso es algo que debemos cuidar. Es evidente que los profesionales que vienen de fuera no tienen esa capacidad para transmitir esa sensibilidad, pero tampoco podemos decir no a las ventajas que nos proporciona el territorio en el que vivimos.

¿Queda mucho para que la cultura en Canarias vuelva a respirar con más holgura?

El reto de esta consejería es realizar una política cultural proactiva en la que una de nuestras prioridades será la accesibilidad del mayor número de ciudadanos a las actividades culturales que se organicen, una mejor gestión en la que participen las personas que trabajan en el sector y revitalizar propuestas que ya están en marcha como el Festival de Música de Canarias. Impulsar el Plan Canario de la Cultura y el Consejo Canario de la Cultura, que es un excelente documento que se elaboró en la pasada legislatura, pero que no se pudo llevar a cabo, y reconducir nuestra estrategia en materia de cultura audiovisual para darle una mayor visibilidad a los artistas canarios. No vamos a dejar de lado a nuestro cine.

¿Sigue siendo muy difícil mover las obras de arte que se generen en las Islas?

Llevamos tiempo trabajando con la Consejería de Economía y Hacienda para corregir ese déficit. Esa es una cuestión asociada al Régimen Económico y Fiscal que hemos negociado con la UE porque nosotros tributamos con el IGIC y cuando la obra de un canario se desplaza a la Península paga el 21% como cualquier otra mercancía, además de las tasas aduaneras que correspondan. La negociación es compleja, pero los pasos que ya se han dado están asegurados... Este gobierno entiende que no se puede penalizar a los artistas con esas y, por lo tanto, todo lo que se pueda conseguir será bueno para tratar de rebajar esta situación de desventaja.

¿Implicar al sector privado en la gestión cultural es un paso inevitable en los tiempos que corren?

Eso es algo necesario si queremos tener una mayor amplitud cultural. Su participación ya se está dando, por ejemplo, en las mesas de trabajo que se han creado en torno al sector audiovisual. La intención es incluir a la empresa privada en todas las mesas técnicas que se vayan creando.

¿Qué balance hace del XXXII Festival Internacional de Música de Canarias?

Las cifras aún no están cerradas y se darán a conocer en un próximo informe, pero el balance es positivo... La venta de abonos se incrementó en un 6% con respecto al año anterior y en los conciertos más destacados se completó el aforo. La aceptación de las actividades en las islas no capitalinas también fue elevada. Vamos a cambiar la gestión del FIMC sin renunciar a sus niveles de calidad ni perder prestigio. Queremos llegar a todos los rincones del Archipiélago y crear una audiencia más joven.

¿Abrir FIMC a un público más joven es un reto o una necesidad?

Es un reto y también una necesidad. Somos conscientes de que la media de edad del público que acude al festival es un poquito elevada. Si queremos corregir este déficit hay que buscar atractivos que generen curiosidad entre los más jóvenes.

Las políticas de riesgo en materia cultural no siempre son demasiado populares, pero tampoco se puede renunciar a unos criterios de calidad que hay que pagar, ¿no?

Una cosa no quita a la otra. Lo importante es encontrar un equilibrio. Que hagamos un festival más cercano, más popular y más fácil a la hora de vender es compatible con el hecho de ofertar una programación de calidad que podamos costear. El objetivo es adecuar las necesidades de cada Isla a las propuestas que podemos asumir desde un punto de vista económico. Nuestro deseo es incrementar el presupuesto del FIMC con vistas a los próximos años, pero siempre de una manera racional en la que nos podamos adaptar sin originar desajustes financieros.

Hay un sector de la sociedad que muestra su rechazo por las políticas culturales de élite. ¿Usted cree que hay iniciativas que fomentan ese elitismo?

La cultura es un derecho que tienen todos los ciudadanos y, por lo tanto, uno de los objetivos de esta consejería es llegar al mayor número de canarios. Un modelo cultural debe ser digno para toda la ciudadanía; no algo excluyente que cree elitismos.

¿Un cargo de esta magnitud se defiende apelando a la sensibilidad cultural de los creadores o desde un posicionamiento más técnico?

Los políticos de hoy debemos ser sensibles con las necesidades reales de la ciudadanía, conocer sus necesidades y actuar con un rigor exquisito a la hora de gestionar los recursos públicos. El componente técnico tiene que aparecer para ser lo más eficiente posible a la hora de tomar decisiones que condicionan el hecho cultural, pero esa sensibilidad de la que habla es fundamental para contrarrestar la desafección que se percibe entre políticos y ciudadanos. Yo quiero ser optimista. Lo digo con esta rotundidad porque creo que en la administración pública también hay muchos políticos y funcionarios que tienen un grado de honradez que no está bajo sospecha.

¿En qué situación le gustaría llegar al final de este mandato?

Me conformo con que el sector cultural vea un balance positivo en la gestión realizada, que podamos evaluar mediante ratios el incremento de afluencia de público que se ha dado en las distintas manifestaciones artísticas, lograr rebajar las barreras aduaneras para favorecer la movilidad de los artistas y, sobre todo, incrementar los niveles de empleo en el sector. Si eso se logra estaremos aportando un potencial importante a la mejora económica de esta comunidad. La cultura es uno de los ejes básicos de este ejecutivo. El objetivo es volver a posicionarla en el lugar en el que se encontraba antes de esta crisis.

¿Estar al frente de una consejería tan amplia y ecléctica, en la que se reúnen intereses económicos, sensibilidades artísticas y ambiciones deportivas, es como tener muchos calderos al fuego al mismo tiempo?

Sí... Puede dar esa sensación, pero le aseguro que todas tienen sus particularidades y en el caso concreto de cultura me ha sorprendido su amplitud.

¿Aquí no existe la posibilidad de querer a un "hijo" más que el otro?

No (sonríe)... Todas son importantes, todas tienen sus problemas y todas te proporcionan alegrías. Estas tres áreas tienen mucho en común y creo que es un acierto reunificarlas en una consejería. La cultura va a cumplimentar la oferta turística porque es un sector en el que se requiere una alta especialización, una especie de valor añadido que se lo puede dar la cultura, el deporte, el patrimonio y la gastronomía. Hay que crear unas sinergías en las que cultura, turismo y deporte caminen en un solo sentido.