Resulta enternecedor el cabreo que ha desatado el pacto entre el PSOE y Ciudadanos. A Podemos le ha sentado como una patada en el cielo de la boca y dice que es una engañifa que favorece al PP. Sin embargo, al PP le parece un fraude y avisa que votará en contra. Da la sensación de que Pedro Sánchez y Albert Rivera han ocupado el espacio del centro y han dejado a los demás muy mal colocados, en el "no" y en los extremos.

Todo el buen trabajo inicial de Pablo Iglesia se está diluyendo lentamente. Parece como si al copiar el nombre de un partido venezolano -el Podemos socialista que pactó con el chavismo- hubiese importado también la carcoma que ha terminado devorando la revolución bolivariana. Poco a poco le están arrinconando en esa extrema izquierda en la que no quería estar. Su insultante oferta de gobierno al PSOE, otorgándose a sí mismo la vicepresidencia más poderosa en la historia de España y permitiéndose incluso repartir las áreas de sus posibles socios, fue una desmedida falta de respeto cuyo objetivo sólo sabe la cúpula de Podemos, porque fuera de ellos nadie le encontró sentido. Esa prepotencia les fue arrinconando en la esquina de los pactos imposibles, aunque los socialistas mantuvieran la ficción de que estaban negociando y se sentaran con los representantes de Podemos para hacer el paripé fotográfico de una mesa de diálogo. La venganza es un plato que no siempre se toma frío.

Pero no sólo han lanzado a Pablo Iglesias hacia un extremo, sino que lo han equiparado con Mariano Rajoy. Un iracundo a la derecha y otro a la izquierda. Los dos empeñados en que se acepten sus condiciones para un pacto que no están dispuestos a apoyar si no detentan ellos el auténtico poder.

Hay gente que no entiende. Creen en la aritmética y suponen, con razón, que el pacto PSOE y Ciudadanos no tiene suficiente mayoría para asegurar la investidura de Sánchez. Pero olvidan que para que no salga elegido, tanto el PP como Podemos tendrán que votar juntos en su contra, en alegre compañía mediática. Es lo negativo frente a lo positivo, el intento de construir frente a la fuerza que lo impide. Ante los ojos de toda España, los dos jóvenes líderes del PSOE y de Ciudadanos estarán hablando de regeneración, de modernizar la Constitución y, entre otros asuntos, de aprobar nuevas medidas sociales para los menos favorecidos, frente a dos bloques que se negarán a apoyar ese programa e impedirán que se construya un nuevo Gobierno, obligando al país a ir a una repetición de las elecciones.

Pablo Iglesias y Mariano Rajoy van a salir juntos en esa foto, que puede tener un importante costo electoral, y supongo que a ninguno de los dos le hace demasiada gracia. Lo que pasa es que va a ser muy difícil que se pongan fuera de foco. No estamos más cerca de un nuevo gobierno, todo lo contrario. Pero Pedro Sánchez sí está cabalgando una ola. Y eso que parecía tonto cuando lo compramos.