Hace unos días nos llegó la triste noticia del fallecimiento del escritor italiano Umberto Eco. Enseguida nos vino a la memoria su más conocida novela, "El nombre de la rosa".

Hay novelas que leemos por obligación como "El Quijote" en el Bachillerato, pero hay otras en las que nos enfrascamos por diversos motivos: el boca a boca, recomendación de un librero o de un amigo, porque todo el mundo comenta que lo está leyendo.

Son pocos, suele ser uno por década: "Cien años de soledad", del escritor colombiano Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, en nuestra etapa universitaria "pre-postransición", la literatura sudamericana en todo su esplendor; "El padrino", del norteamericano Mario Puzo, con su célebre recreación cinematográfica; "Memorias de Adriano", de la francesa Marguerite Yourcenar, la vida y el pensamiento del gran emperador romano; "El perfume", del alemán Patrick Süskind -que según la ibas leyendo más te iba apasionando, transportándote al evanescente reino de los olores-; "El mundo de Sofía", del noruego Jostein Gaarder -la historia de la filosofía occidental contada de manera entretenida; y en tiempos recientes, "Soldados de Salamina", del español Javier Cercas, novela inspirada en la Guerra Civil española, historia y ficción a la vez; la saga de novela policíaca "Millenium", del sueco Stieg Larsson, y "La verdad sobre el caso Harry Quebert", del jovencísimo escritor suizo Joël Dicker, novela de suspense en tres tiempos.

La novela "El nombre de la rosa" prácticamente se convirtió en un "best seller" nada más ponerse a la venta en España. Venía precedida del éxito en Italia, pero la irrupción en nuestro país fue vertiginosa, y casi todo el mundo de tu entorno hablaba de ella. En el desayuno, después de comer, en cualquier diálogo -universitario en mi caso- salía a relucir la novela. Cuando te decían que trataba de la Edad Media lo cierto es que en un principio no te entusiasmaba. Todo el mundo decía que era un período oscuro y sin interés. Pero todo lo contrario. Surgía una historia totalmente novedosa, en un convento de la Edad Media..., y con asesinatos. Todo nos atrajo. Leíamos el libro con pasión, con ganas todo el día, a todas horas. Esos libros que no podemos dejar y que no queremos que nadie nos interrumpa. Queremos disfrutarlo, maravillarnos con sus recreaciones, con su intriga, con su propia historia..., y con su lenguaje.

También es cierto -por qué negarlo- que, aunque a todos nos gustó "El nombre de la rosa", había dos grandes grupos de lectores: en el primero -en el que me encuentro- todo el libro nos entusiasmó, incluidas sus largas y prolijas explicaciones histórico-antropológico-filológicas; al segundo grupo -crítico- le gustaba exclusivamente la acción de la novela y el entramado detectivesco; pensaban que era una novela muy larga y que le "sobraban" doscientas páginas.

Umberto Eco era un gran semiótico y metodológico. Algunos catedráticos de Universidad recomiendan a sus doctorandos a Eco sobre "Cómo hacer una tesis".

El escritor italiano publicó años más tarde una novela, mejor construida que "El nombre de la rosa". Pero "El péndulo de Foucault" es menos rutilante, y no llegó nunca a la altura, en número de aceptación popular y de lectores, que su mítica novela conventual, de misterio y de la Edad Media.

Por si fuera poco, la novela fue llevada al cine, y también tuvo un éxito arrollador, con Sean Connery en el papel de Guillermo de Baskerville, un jovencísimo Christian Slater interpretando a Adso de Melk y Valentina Vargas como la mendiga, dirigida magistralmente por Jean-Jacques Annaud. La película consiguió el César de la academia francesa y dos BAFTA británicos, uno al maravilloso maquillaje.

Cuando recorremos centroeuropa y conducimos desde Viena, muy cerca de la capital austriaca aparece desde la misma autopista la majestuosa abadía de Melk. Y todo el mundo dice: "Ah, la de El nombre de la rosa". Cierto o no, nos detenemos y la recorremos con absoluto silencio, pensando, quizás, en alguno de sus incunables o de sus crímenes...

Umberto Eco, magnífico semiótico, gran escritor, y sin lugar a dudas su obra "El nombre de la rosa" ha sido una de las novelas más leídas de los últimos cincuenta años en todo el mundo.

*Presidente de TuSantaCruz