El Teide se convirtió ayer en la particular torre de Babel tinerfeña que reunió a 1.700 personas que, de diferentes lenguas, compartían un mismo objetivo: disfrutar del oro blanco que recibió la Isla desde hace poco más de una semana: la nieve.

Ahora que la Dirección General de Juventud pelea por lograr la Capitalidad para Canarias, ayer pareció que la Unesco había declarado el Día Mundial del Novelero. Centenares de isleños que no habían pisado las faldas del volcán desde la última nevada se entregaron a la "jornada de puertas abiertas" que preparó el Cabildo de Tenerife al Parque Nacional de Las Cañadas.

Aunque el operativo especial estaba anunciado entre las diez de la mañana hasta las seis de la tarde, el coordinador de la visita coordinó "in situ" los recursos para atender la demanda de los más madrugadores. Ya a las 9:30 horas de ayer había más de doscientas personas que hacían cola frente al Restaurante La Paz, de Vilaflor. Colas, y sin embargo no se vendían las entradas de la final de murgas ni era el 15 de febrero, día de Sor María de Jesús... Entre los abrigos, destacaban las "buggi" para intentar disfrutar de la nieve.

El Restaurante La Paz hizo su agosto en pleno febrero. Y más que nunca le hizo falta echar mano de los números para despachar sus churros con azúcar glas, entre guagua y guagua. En total, el Cabildo contrató a empresas privadas dedicadas a excursiones de turistas con una flota de quince autobuses, si bien el turno falló en una de ellas y dejó el operativo con catorce.

Desde las nueve y media, y hasta las dos y media, un total de 1.743 visitantes, entre oriundos y visitantes, se subieron a las guaguas desde La Paz. No era el tranvía ni había parada con andén central. Era el punto de partido de los excursionistas que tuvieron que dejar sus coches en los aledaños de La Paz, o incluso en el casco de Vilaflor, cerca del campo de fútbol.

La guagua desde Vilaflor hasta el Teleférico fue ayer, y lo será también hoy, la única posibilidad para llevar hasta el Teide, y poder disfrutar de una nieve que parece que alguien había limpiado y "colocado" perfectamente para el disfrute de los visitantes. Una, colocada en el muro que limita el acceso al Teleférico, y las zonas más abundantes, en el Valle Ucanca.

Aquellos que intentaron "colarse" por el Sur, desde Guía, por Chío, se encontraron con la pareja de la Guarda Civil que en Boca Tauce los obligaba a desviarse hacia Vilaflor, y veían frustrado su intento de llevar en su coche al Teide.

La guagua traía al recuerdo las excursiones de la época escolar, aunque no se escuchó aquel cántico de: "Qué bueno son los padres escolapios, qué buenos son que nos llevan de excursión".

Desde el restaurante La Paz hasta el Teleférico, unos cuarenta minutos en guagua que dieron para que más que uno imaginara que la experiencia de ayer y hoy es una prueba piloto para que el Cabildo, que asume la gestión del Parque Nacional, cierre el acceso a los excursionistas en su coche privado y organice visitas en guaguas. Una idea. En la guagua que conducía Jonathan, un niño hacía apuestas: "Parece Marte"... "o el Everest", se atrevió su padre. Al final, el cierre del operativo, previsto para las 18:00 horas, se adelantó a las 14:00 horas, para evitar que la noche se echara encima. "Las guaguas suben llenas y bajan vacías", fue el análisis que hizo el coordinador para a las dos de la tarde comenzar a recoger a los visitantes, como quien anuncia el final del recreo.

Para hoy, desde las nueve de la mañana y con más guaguas, segunda jornada del Día Mundial del Novelero.