Una de las personas con las que conversó ayer Alexánder Mesa Travieso, al día siguiente de conseguir su segundo doblete seguido con el Tenerife y elevar su cuenta de goles en Liga a ocho, fue Francis Díaz, al que el delantero califica como uno los entrenadores más influyentes de su carrera. "Me sentí contento de verte por primera vez siendo futbolista", le comentó el técnico refiriéndose a su actuación ante el Mirandés.

Nano no olvida a los que pusieron de su parte para que fuera construyendo una escalera hacia el fútbol profesional, estatus que alcanzó el pasado verano. No solo se muestra agradecido con Francis. También destaca Juan Manuel Mesa (UD Coromoto), a otros maestros que tuvo durante su fase de formación en el Tenerife, como Lolo y Juan Carlos, o a Domingo Ramos, que fue quien le puso el apodo que ahora luce en la parte trasera de su camiseta, sobre el número 22. En cada partido en el Heliodoro, Ramos llama la atención del canterano con un silbido desde la grada de Tribuna. "Enseguida me busca", cuenta Domingo, orgulloso por comprobar que se van cumpliendo sus previsiones cuando lo tuvo a sus órdenes dos campañas en la categoría Alevín del Juventud Laguna. "Le decía a su madre, María Elena, que si el niño tenía la suerte de trabajar con técnicos que supieran aprovechar sus condiciones, podía llegar lejos".

Los testimonios de Díaz y Ramos sirven para conocer mejor la trayectoria del blanquiazul, del que más se está hablando últimamente. Un jugador que estuvo a punto de salir del club e incluso de dejar el fútbol hace solo tres temporadas. Siendo una de las más firmes promesas de la cantera del Tenerife y teniendo edad juvenil, realizó la pretemporada de 2013 con el equipo de Tercera División, pero no tardó en participar en entrenamientos con los profesionales, bajo la supervisión de Álvaro Cervera. En ese momento le costó asimilar el regreso al "B" y se originó un conflicto con el club que casi le cuesta su desvinculación del Tenerife. Pero no estaba todo perdido para Nano. El preparador del Juvenil, Francis Díaz, quiso darle otra oportunidad. Con la ayuda del psicólogo Rubén Rodríguez, fue capaz de recuperar al joven en un momento "delicado",

"Se vio dentro de un bucle negativo -recuerda Francis- y se planteó dejar el fútbol, pero pedí que me lo dieran un par de semanas para ver si había cambios y podíamos trabajar en el equipo juvenil. Con Rubén lo encaminamos y pudimos recuperar a un futbolista".

Finalmente, en enero de 2015, Cervera volvió a cruzarse en el camino de Nano. "En un partido con el B de la Copa Heliodoro disputado en María Jiménez, Álvaro me preguntó por él y le conté cuál era su situación. Decidió ayudarle y lo subió al primer equipo". Fue entonces cuando se incorporó al Tenerife de Segunda División, categoría en la que debutó el 18 del primer mes de 2014 en un partido con el Alcorcón (0-4) disputado en el Heliodoro. De esta manera, Francis cumplió su cometido, pero no desapareció de la vida de Nano, quien incluso le pidió consejo cuando se marchó cedido al Hospitalet en el curso 2014/2015. "Le dije que aceptara, porque iba a crecer y a madurar. Allí se sintió independiente por primera vez".

Francis entrenó en edades similares a Nano y a Ayoze Pérez, goleador tinerfeño del Newcastle, y asegura que "no tienen nada que ver", aunque compartan el objetivo de colar el balón en las porterías rivales. "Nano vive el fútbol más intensamente, casi como un aficionado. Ayoze es mucho más frío y calculador, y sabe en qué momentos tiene que aplicar ciertas cosas. Nano, para bien o para mal, tiene ese punto pasional que en algunos momentos le causa problemas y en otros le beneficia. Lleva al límite hasta una herida que se hace en un dedo", explica Díaz, que percibió que el atacante dio un salto en Anduva. "Lo vi feliz, como suele ser en un campo cuando se olvida de todo y se dedica a lo que realmente sabe. Lo vi como un jugador maduro. Creo que, por fin, explotó".

No obstante, sostiene que "todavía no está a su máximo nivel. Hay cosas que faltan por descubrir" de Nano, como "la virtud de manejarse en el uno contra uno". De resto, sostiene que está en buenas manos, las de Martí, Fabián y compañeros como Suso, que es "un buen aliado y le ayuda".

Mucho antes de todo esto, Domingo Ramos lo recibió en el Juventud Laguna, al que llegó procedente del Padre Anchieta, su club tras empezar en la UD Coromoto. Enseguida se dio cuenta de que era un jugador especial. "Se le veían unas cualidades impresionantes. Cogía el balón en el área propia, empezaba a driblar y a driblar y metía el gol. En ese instante ordenaba su sustitución y él siempre protestaba: Pero míster, si acabo de marcar. A eso le respondía que tenía que jugar en conjunto. Y acabó entendiéndolo".

Al trasladarse a esa época, lo define como un "pibe rebelde", una "pasada" con la pelota. "Lo suyo era estar arriba: balón que le llegaba, balón que metía", remarca. "Tenía carácter, pero luego hablabas con él y te dabas cuenta de que era un niño muy noble. Era muy bueno de llevar, un chico muy cariñoso". Tras esa fase de aprendizaje en el Juventud Laguna, el Tenerife le propuso incorporarse a sus equipos de base. "Lo primero que le dije fue que aprovechara la oportunidad, porque hay muy pocas como esas. Y miren, ahí está", añade Ramos.

El exdelantero revela que llegó a temer por el futuro deportivo de Nano. "Tenía mucho miedo por lo que le podía pasar, sobre todo en la edad del pavo, que es cuando los chicos se echan novia y tienen su moto. Pero ese no fue su caso. Los padres también influyen mucho en esas cosas".

Los que mejor conocen a Nano, como Francis y Domingo, no se sorprenden por el rendimiento que está ofreciendo y coinciden en que "acabará siendo un jugador de Primera, y ojalá sea con el Tenerife".