Las circunstancias actuales en España después de las elecciones del 20 de diciembre me obligan moralmente a dar mi opinión sobre la situación, que aunque, repito una vez más, soy apolítico por mi profesión, no he dejado nunca de votar, procurando hacerlo por el partido que a mi entender sería más beneficioso para el bien común y el interés de la patria. El líder del PSOE Pedro Sánchez fracasó el viernes 4 de marzo en su intento de ser investido como presidente del Gobierno; tenía que lograr simplemente una mayoría en las votaciones, después del fracaso para obtener mayoría absoluta en una primera votación cuarenta y ocho horas antes.

Esta situación da lugar a una nueva fase de dos meses para tratar de llegar a un acuerdo entre partidos que obtenga la mayoría necesaria, y así evitar unas nuevas elecciones, de un alto coste no solo económico, sino paralizando el país hasta el 26 de junio. No se vislumbra un resultado adecuado, siempre pensando en el bien general de los españoles, cuestión que ha sido obviada hasta ahora, viéndose más un interés partidista, incluso personal, sucediéndose alocuciones en las que se abogaba por el diálogo, pero mezclando duras acusaciones.

Para mí el principal motivo del fallo de Sánchez fue que, más que un programa de gobierno, se pretendía acabar con el gobierno de Rajoy (PP), que había obtenido la mayoría en la elecciones celebradas aunque no lo suficiente. ¿Cómo podía pretender Pedro Sánchez obtener la presidencia del Gobierno, después de lograr el peor resultado del partido socialista en unas elecciones, y con un entendimiento y pacto con un partido nuevo como Ciudadanos, que no ha gobernado nunca y no sabemos su forma de hacerlo, además incompatible con Podemos (gracias a Dios para mí), y sin un apoyo lógico del PP, después de sus andanadas? No es, pues, extraño el fracaso inédito en España en su investidura.

Bajo mi punto de vista, y creo que el de la mayoría de los españoles, por el bien de nuestra nación, la más antigua de Europa, para mantener su integridad, sus creencias, sus tradiciones y su cultura, no cayendo en aventuras que nos convirtieran en un país tercermundista, lo adecuado sería, como en muchos países de Europa, un pacto del Partido Popular con el PSOE y Ciudadanos, que tendría mayoría suficiente, repartiéndose el poder, sin olvidar que fue el PP quien ganó las elecciones, aunque ahora Pedro Sánchez haga suyos los votos de Ciudadanos y Coalición Canaria y diga que él tendría la mayoría. ¿El? Será el tripartito citado anteriormente y él no debería hablar por todos. Lo que resulta inconcebible es que se ponga como impedimento a esta unión (que sería buena sin duda) problemas de incompatibilidad entre los líderes. Como dijo Sánchez, nunca votaría a favor de Rajoy o de su partido; es como una reconstrucción del Pacto de Tinell, es decir, que no es nuevo. Sin embargo, he leído unas declaraciones de Felipe González (para muchos el mejor presidente socialista después de la guerra "incivil") que le honran por su amplitud de ideas y busca del bien común (¡tan necesario en estos momentos!) pidiendo un diálogo con el PP. Si existiera incompatibilidad entre los líderes, si es preciso habría que cambiar a estos por otros elegidos por los partidos correspondientes, en una especie de primarias, pero antes que nada hay que poner a España y su bien común, por encima de todo. Creo sinceramente que otras personas, especialmente en el PP y PSOE, podrían llegar a acuerdos convenientes y gobernar conjuntamente, como lo han hecho y lo hacen en otros países.

Mariano Rajoy, para mí, creo que es una persona inteligente y honrada, y ha logrado sacar a España de la gran crisis donde nos dejó Zapatero, con los cajones llenos de facturas sin pagar, un paro galopante y un gran despilfarro (aeropuertos sin utilidad y grandes obras innecesarias...). Actualmente, estamos en un aceptable situación económica, creciendo más que nadie en Europa, disminuyendo el paro, en su mayor parte heredado. Todo esto está en riesgo según lo que salga. Pero esto se ha logrado a costa de las clases medias y bajas; ahora hay más millonarios que nunca y las empresas, entre ellas los bancos, obtienen grandes beneficios. Todo esto tenía que haberse controlado adecuadamente. De manera absurda, Rajoy no ha corregido la corrupción en comunidades donde ha gobernado. Pero el PSOE no puede decir nada, pues lo de Andalucía sobrepasa todo lo visto, y además con dinero de los parados y los cursos de formación de los mismos. Tampoco CIU podrá decir nada; los partidos que han tenido poder no han corregido debidamente la corrupción.