Entre los vínculos que surgen del partido que se jugará este domingo en Butarque, se incluye el de un futbolista que perteneció al Tenerife durante nueve temporadas y media y que vivió uno de los momentos más felices de su carrera en el Leganés. Se trata de Abel Suárez, que inició la Liga 2015/2016 con el propósito de vivir, entre otros momentos, el reencuentro en Madrid con el actual líder de Segunda. En cambio, sin esperarlo, se encontró en la tesitura de tener que cambiar de club en el mercado de invierno. Ahora pertenece al Poli Timisoara, de la máxima categoría de Rumanía, con el que firmó hasta 2017.

Acostumbrado a hacer las maletas desde que se marchó de Fuerteventura a la cantera del Villarreal en edad juvenil, antes de incorporarse a la cadena de filiales del Tenerife y enlazar cuatro cesiones desde 2013 (Guijuelo, Noja, Leganés y La Roda), confiesa que ningún cambio de destino ha sido tan "duro" como el más reciente. El principal obstáculo que ha encontrado es el del idioma. "Esta experiencia no tiene nada que ver con otras que viví fuera de casa. Aquí no te entiende nadie y es duro salir a la calle y no poder comunicarte", explica Suárez, que se las arregla como puede para seguir la pauta de los entrenamientos. En ese caso, se apoya en los compatriotas que tiene en la plantilla. "Es difícil seguir los ejercicios, porque no me entero bien de lo que pide el técnico. Por suerte hay tres españoles más y nos aclaramos entre nosotros con lo que hay que hacer", añade el mediocentro, que comparte vestuario con el salmantino Javi Hernández, el malagueño Manu Torres y el segoviano Fernando Llorente.

De momento, el majorero no ha encontrado la continuidad que necesita. Debutó el 14 de febrero en la Liga con la mala suerte de ser expulsado por doble tarjeta amarilla y, tras cumplir la correspondiente sanción, reapareció el 6 de marzo en un duelo de la fase de permanencia. Intervino en los últimos minutos del duelo con el Concordia, equipo que fichó hace unas semanas al "Ruso" García.

Abel confía en "entrar poco a poco" en una competición que finalizará el 28 de mayo. "Estamos jugando el play out de permanencia. La Liga se parte: los seis primeros juegan por el título y los ocho últimos, para evitar el descenso a Segunda".

En este mes y medio en el Poli, ya ha detectado notables diferencias entre el fútbol rumano y el español. Al respecto, indica que se ha tenido que habituar a desarrollar un juego más directo. "Aquí hay mucha ida y vuelta. No hay tanto control ni presencia del centro del campo", apunta el futbolista, para quien el nivel de su actual equipo podría compararse al de algunos de la Liga Adelante y a "los fuertes de Segunda B". En ese sentido, matiza que "el Steaua y el Dinamo de Bucarest son mucho mejores que los demás clubes".

De resto, sostiene que "los campos no suelen estar mal", aunque el pasado fin de semana le tocó jugar en uno de hierba sintética.

En sus ratos libres, que no son muchos porque "entre los viajes y los entrenamientos, casi no se para", Abel intenta conocer la ciudad. "Tiene unos 350.000 habitantes y mucha historia. Hay un montón de monumentos que visitar", asegura. "No se está nada mal en Timisoara, aunque ha hecho bastante frío".

En principio, tiene la intención de afianzarse en el Poli, aunque estará atento a las ofertas que le puedan llegar. "Firmé por un año y medio y tengo pensado quedarme, a no ser que en mayo me salga otra opción que me parezca mejor".

En cualquier caso, afirma que no se arrepiente del paso que dio. Aunque tenía la intención de seguir en el Tenerife y le costó "mucho" desligarse del club "después de diez años", llegó a la conclusión de que su etapa había finalizado. "Cuando estaba terminando el mercado de enero ya no contaban conmigo. Me salió esta propuesta y acepté", cuenta Abel, que no ha perdido contacto con sus excompañeros. "Suelo hablar con los chicos; con Jairo, Alberto o Nano, al que he felicitado por sus goles. También he hablado con Juan Amador (gerente), que suele preguntarme cómo me va".