Siempre que nos cuentan desgracias pensamos que pasan al otro lado del mundo y muchas veces esos infortunios que atacan a poblaciones con plagas que maldicen su destino nos pasan al lado, pero nos hacemos los locos. Por ejemplo, ahora el Nobel peruano Mario Vargas Llosa ha publicado una novela sobre el periodismo corrupto, como hizo Umberto Eco su último libro, "Número cero", del que hemos hablado aquí. El de Vargas Llosa se titula "Cinco esquinas", ocurre en un muy determinado lugar, Lima, en un barrio muy específico, Cinco Esquinas, que fue burgués y ahora es un nido de bandidos y narcos peligrosos, y trata también de este oficio nuestro.

Aunque esta novela de Vargas Llosa, que se presentó el último lunes en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, trata también de un hecho específico, la corrupción estatal del Gobierno de Fujimori en los años noventa, tiene en su meollo una denuncia sobre el mal periodismo, el periodismo amarillo, el periodismo de chantaje, que articuló en Perú el maestro de fechorías de Fujimori, Montesinos, que como el otro secuaz guarda prisión por varios años. En la realidad Montesinos, Vladimiro, extorsionó a periodistas para que éstos chantajearan, en periódicos que él dominaba, a personajes públicos que pudieran no tener afecto por aquellos bandidos que ejercieron el poder como si dominaran una finca de su propiedad. Las últimas acciones de Montesinos fueron grabadas en video por él mismo para chantajear a su vez a los periodistas a los que él compraba con sumas de dinero que aparecían agrandadas en la pantalla. Para lograr ese efecto, los millones de soles que les daba a sus sobornados se dividían en billetes pequeños, de modo que abultaran más en la ceremonia grabada.

El descubrimiento de esos videos (que en Perú siguen llamando "vladivideos") fue un enorme escándalo que puso fin a la dictadura de hecho de Alberto Fujimori.

La novela de Vargas Llosa se inicia placenteramente: una noche una mujer se queda en casa de una amiga suya, porque ha empezado el toque de queda habitual en los últimos tiempos de Montesinos y de Fujimori. Esa circunstancia produce un enamoramiento homosexual que luego marca la novela con un alto grado de erotismo que queda compensado en el lado negativo por las andanzas periodísticas perversas que arteramente domina "el doctor" Montesinos para tener en vilo a personalidades de la vida peruana que no son de su agrado. El marido de una de esas mujeres que hallaron el amor gracias al toque de queda es víctima de una de esas extorsiones periodísticas. Lo que pasa en seguida es terrible: una novela de aventuras periodísticas y políticas que ponen los pelos de punta no porque Vargas Llosa las exagere, sino porque son tan reales como lo fue la vida peruana (en la prensa y en las casas, en las empresas y en las oficinas del Gobierno) en aquellos tiempos ominosos.

Leí el libro de una sentada, en un avión que me traía de Colombia hace unas semanas; mientras lo leí (como cuando leí "Número Cero") me vinieron a la mente situaciones parecidas, igual de dramáticas o perversas a veces, habidas en nuestro propio periodismo. Aquí hemos sido testigos, a veces testigos mudos, del chantaje, grande o pequeño; hemos visto revolver las intimidades y aventar hechos no comprobados; hemos asistido en primera fila a evidentes maniobras de intimidación o de insulto para prevenir a personas públicas o privadas del poder que tiene la prensa, la mala prensa, el mal periodismo, para hacer daño con objetivos infames. Así que en algún momento sentí que Vargas Llosa no estaba escribiendo una novela peruana, sino que ese libro trata también de nuestras cinco esquinas del periodismo.