Alicia llegó al País de las Maravillas a través de un espejo que era la puerta de entrada a otro mundo. Pero los espejos solo son el reflejo de una imagen del mismo mundo que se mira en él. Por eso los medios de comunicación, cuando se rompió el hechizo, dejaron de ser puertas de entrada a otras realidades para convertirse en un espejo en el que se retrataba con todos sus detalles la imagen de la sociedad.

Tan es así que resulta extraña la sorpresa de quienes analizan los datos de la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y se escandalizan porque a los españoles les preocupen solamente el paro, la corrupción y la pobreza, que han sido los temas estrella de los titulares casi durante la última década. Otros asuntos, que tienen erupciones puntuales en los medios y luego desaparecen, se les trae al pairo, para desconsuelo de quienes tenían la sensación -falsa como Judas- del elevado sentido ético del pueblo español.

Más que lo que le preocupa a la gente, lo noticioso es lo que no le inquieta en lo más mínimo. Por ejemplo, el tema de los refugiados: un drama humanitario en las fronteras de Europa que resbala completamente por la epidermis sensitiva de los españoles, ya que preocupa a un 0,0%, es decir, a nadie. Pese a todas las campañas y denuncias, la violencia contra la mujer sólo concierne al 1,6% de los encuestados; el asunto de que sigamos sin gobierno sólo inquieta al 0,6% de los ciudadanos y la independencia de Cataluña y la ruptura del Estado, al 0,8%. Un escasa preocupación que comparten temas como las hipotecas, la subida de tarifas eléctricas, la Monarquía, la reforma laboral y "las guerras en general".

Hay que tener cuidado cuando se dice ese comentario, tan de barra de bar, de que "la gente está harta de..." para apoyar una afirmación. Porque, en realidad, al pueblo, los grandes problemas del momento que no afectan a su economía y que no tienen que ver directamente con su bolsillo se la refanfinflan. Los medios de comunicación, desde hace mucho tiempo, ya no son puertas mágicas para entrar en otro mundo distinto, un mundo hecho de reflexión, de argumentos sensatos y de conocimiento. Desde hace décadas el azogue del espejo de los medios sólo refleja la misma realidad que observa. Es una foto, no un cuadro. Una imagen sin interpretar.

En su deseo de convertirse en un producto mayoritariamente aceptado por un cada vez mayor número de ciudadanos, los medios se han transformado en redes sociales que compiten con las otras anónimas. Vive las mismas urgencias, trata los mismos temas y con el mismo lenguaje. Leer se ha convertido en un coñazo. ¿Y leer mucho? Ni pensarlo. ¿Y escuchar? Solo oír la broncas. El verdadero espejo mágico de hoy es la televisión. Sólo que no nos lleva a otro mundo, sino a la peor parte de este mismo. La que sale en el espejo del CIS.