El sendero del barranco de Masca que acaba en la playa es uno de los caminos más transitados por turistas y residentes desde hace muchos años. Y también es uno de los parajes donde más caídas y golpes sufren los excursionistas, que se ven imposibilitados para continuar la ruta y requieren de la intervención de profesionales para salir del cauce y recibir atención sanitaria. Uno de los recursos que acuden con relativa frecuencia a ese sendero es el helicóptero del Grupo de Emergencias y Salvamento (GES) del Gobierno canario.

El comandante Alfonso Ayuso, piloto de una de estas aeronaves que opera desde La Guancha, aclara sobre Masca que, "en un barranco, hay que luchar contra los elementos y los vientos hay que conocerlos, porque, en apenas 10 metros de diferencia de altitud, sus condiciones y dirección varían de forma considerable, por lo que puede pasar de viento de cola a viento de cara, por ejemplo".

Y a esa circunstancia hay que añadir la abrupta geografía del lugar.

Ayuso, que trabaja junto a otro comandante, el polaco Mariusz Prandota, comenta que el margen de seguridad para trabajar en algunos puntos del barranco de Masca "es muy poco, por lo angosto".

Señala que existen algunos puntos que pueden definirse como "críticos", donde apenas hay cinco metros de ancho y donde debe ser el rescatador el que haga el trabajo más duro y complejo.

El rescatador del GES Juan Ramón Afonso Padrón indica que el peor tramo y donde se suelen concentrar más accidentes se sitúa entre los puntos 18 y 35 (entre punto y punto existen 100 metros de distancia), que coincide con el "segmento" central del camino, que tiene una longitud total que ronda los cinco kilómetros.

Afonso Padrón recuerda un detalle que conviene no olvidar a los senderistas y excursionistas, como es que "en la mayoría de ese tramo central el teléfono móvil no tiene cobertura".

Ante dicha circunstancia, el piloto y el rescatador tienen que estar muy compenetrados para estimar el tiempo que el segundo tardará en localizar a la víctima, estabilizarla y trasladarla hasta un lugar en el que pueda operar el helicóptero. Es decir, hay un periodo de tiempo, que puede ser de 20, 30 o 45 minutos, en el que los rescatadores y la tripulación de la aeronave no tendrán comunicación.

Si no se puede resolver la situación en esa franja horaria, el rescatador deberá caminar hacia el inicio o el final del camino para ponerse en contacto con el piloto.

Como en otros lugares de frecuencia turística, muchos visitantes piensan que se trata de una ruta sencilla y no llevan el calzado adecuado. Otras veces, los caminantes pueden sufrir un exceso de confianza y sufren caídas y lesiones de consideración. Un ejemplo, según Afonso Padrón, son los pasos a través de "piedra viva", que, si están mojados por la lluvia, pueden ser muy peligrosos.

Los profesionales del GES comentan que "hay lugares en los que sabemos que va a haber accidentes y, si llueve, la situación se complica mucho y no se puede pasar".

Durante el año pasado, en el barranco de Masca hubo un total de 25 rescates de senderistas y en 18 de ellos fue necesaria la intervención del helicóptero del Grupo de Emergencias y Salvamento.

Entre enero y el 11 de marzo del presente ejercicio, el GES ha contabilizado media docena de rescates de excursionistas y en cinco de ellos se utilizó la aeronave del Gobierno canario. Disponer de un servicio de estas características para el rescate de ciudadanos y turistas requiere un esfuerzo económico considerable por parte de la administración regional. Y en cada helicóptero se desplazan los dos pilotos, un par de rescatadores y un operador de grúa.

El coordinador de rescatadores del GES, Alexander Librán Santiago, comenta que tan solo uno de los arnés con los que trabajan estos profesionales cuesta en el mercado 3.000 euros.

Según Librán, en las cinco bases de helicópteros del GES del Archipiélago (Tenerife, Gran Canaria, La Palma, El Hierro y Fuerteventura), la Dirección General de Seguridad y Emergencias ha dispuesto equipos de rescate por valor de 200.000 euros.