El pasado jueves tuve una muy agradable conversación con el alcalde capitalino, don José Manuel Bermúdez. Fue a la vista de todos, lejos del rígido despacho, tomando un café en una cafetería cercana al Recinto Ferial, donde se inauguraba Tenerife Moda, un encuentro plagado de jóvenes diseñadores, empresarios consagrados y emprendedores del sector, que, dicho sea de paso, tienen una gran inquietud y muchas ganas de progresar en esa profesión.

He seguido su trayectoria política, coincidido en muchos actos y, aunque sabe quién soy porque nos conocemos desde hace años, por razones que no sé explicar nunca habíamos mantenido un diálogo cara a cara. Sí que tuve mucha relación con su padre en mi etapa de directivo de Aspronte, en la que su progenitor ejercía de maestro en el Colegio Nuestra Señora del Carmen.

La conversación fue grata, fluida y me agradeció el comentario que hice sobre nuestro Santa Cruz y su calle Castillo. José Manuel es un político experimentado y quiso saber mi opinión personal sobre el estado de la capital. Fui totalmente sincero y le expuse lo que considero que debe corregirse y que creo se puede solucionar incluso con poco dinero. Me gustó que reconociera intentar estar siempre al tanto de las cosas, y sobre todo de los problemas de limpieza y cuidado de la ciudad. Coincidimos en la crítica a esa parte de la juventud de grafiteros y vándalos que no tiene un mínimo de civismo y solo sabe pintarrajear, ensuciar y destrozar el mobiliario urbano. Tiene una difícil solución, pues habría que tomar medidas más disciplinarias y ejemplares que deben denunciar los propios ciudadanos y vecinos. No es un problema político ni echemos toda la culpa a las medidas que puede tomar el profesorado o la policía, es responsabilidad de padres y tutores, que no se quieren molestar para que sus hijos adquieran unos conocimientos básicos de comportamiento, educación, cultura y respeto a los bienes que son propiedad privada o de la ciudad. No hay descanso para lograr sanar a todos esos descarriados y sus ascendientes.

Me pareció muy positiva su cercanía siendo alcalde, que patee sus calles y que dialogue con sus vecinos. Esa es la base de un buen político, atender las demandas de la población, y en la medida de sus posibilidades corregir injusticias y ayudar a quien simplemente se contenta con escuchar unas palabras de alivio. El despacho también es necesario, pero tiene un respaldo de administrativos, técnicos y colaboradores en los que confía para solucionar el día a día. Si le aconsejé que tuviera cuidado con la firma de documentos, pues con un simple error saldrán sabiondos del submundo buscando problemas donde no existen.

Está preocupado por Las Teresitas, que tendría que haber sido desde hace años la locomotora económica de Santa Cruz. No entiendo algunas decisiones judiciales: obligar a tirar por diez millones de euros ese aparcamiento cuando después habría que construir otro es de locos. Qué falta de sensatez y sentido común.

Me contó los nuevos proyectos para recuperar algunos de los edificios más emblemáticos: el Palacio de Carta, la antigua Escuela de Comercio, el edificio de la plaza Ireneo González, donde estaba situada la Escuela de Artes y Oficios; las casas Mascareño y Siliuto, un sinfín de obras ya iniciadas o en fase de proyecto, como el Templo Masónico, único en el mundo, con un millón y medio de adeptos solo en Inglaterra, lo que propiciaría un buen número de turistas que vendrían a verlo. La capital tiene una sólida base para conseguir ser una hermosa ciudad, siempre que todos nos responsabilicemos y colaboremos con las autoridades.

Más cuestiones a tratar son el barrio de El Toscal, donde coincido que sus vecinos deberían ser más beligerantes, pues puede compatibilizarse antigüedad con progreso; el Viera y Clavijo, que tiene inmensas posibilidades para ser un gran centro cultural y de ocio; la recuperación del Balneario, terminar el cementerio de San Rafael y San Roque...

Santa Cruz siempre ha sido una ciudad bulliciosa, abierta y liberal; no puede ser que hoy sea un muermo. Menos negatividad y más colaboración, apoyo de los comerciantes e incluso de los compañeros comentaristas de los medios. El alcalde y sus colaboradores son jóvenes con fuerza y voluntad. Ayúdenlos, que su potencial es grande.

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