El Cristo de las Tribulaciones fue anoche el protagonista, un año más, del Martes Santo santacrucero, y la bondad, a la que se alude en una antigua y popular oración, estuvo presente en el rostro de los fieles y en el del denominado Señor de Santa Cruz, pidiendo los primeros salud y suerte o agradeciendo el favor concedido, o en la talla de la imagen donada en 1802 por José Carta.

Un rostro que mostró unos hilos de sangre y lágrimas brotando de la pátina, que más que dolor representaban una esperanza renovada en el corazón de los fieles.

Tanto en la iglesia de San Francisco, durante la celebración de la misa, como por las calles en la solemne procesión, la población santacrucera mostró hacia su Señor de Santa Cruz lo mismo que hace siglos, es decir, invocación, devoción, fervor, confianza, amor, protección, aclamación, veneración y recuerdo, todo ello también recogido en el himno compuesto para cantar al Cristo de las Tribulaciones.

Los actos se iniciaron con una misa concelebrada que fue presidida y oficiada por el obispo de la Diócesis de Tenerife, Bernardo Álvarez. La función empezó cantando la coral del Círculo de Amistad XII de Enero el tema "Gloria, honor a ti". Luego el prelado, durante la homilía, dijo que "el Cristo de las Tribulaciones ha sido socorro y alivio para la población santacrucera no solo en el pasado al librarla de la epidemia de cólera-morbo, sino luego e incluso hoy". Pidió a los fieles el ofrecerse por la salvación del mundo, "ayudando al otro aunque sea nuestro enemigo".

Entre los fieles, doña Amelia, de 81 años de edad, destacó del Cristo su "misericordia" y le pidió que "toque el corazón de los políticos a ver si toman conciencia de lo mal que va la sociedad y el mundo".

El Cristo de las Tribulaciones salió en procesión, en su trono amparado por la luz de plata repujada y el rojo amor de los anturios, custodiado por agentes de la Policía Local de Gala, la Cofradía del Cristo de las Tribulaciones y otras invitadas, la banda de Música de Santa Cruz, y el alcalde de la ciudad y miembros de su corporación.

El momento culmen del Cristo de las Tribulaciones fue en el barrio de El Toscal, donde en verdad se mostró a la ciudad como el Señor de Santa Cruz, entre las ofrendas de flores, alfombras y cantos.